Era extranjero, se notaba por su color de piel, su estatura, su actitud, aunque no tenía ni pizca de idea que luego terminase pidiéndome todo eso, supongo que fue una corazonada lo que me hizo querer buscar su atención. Ahí en su mesa, era un tipo común, voyerista, con plata eso sí, por eso me esmeré mirándolo con fijeza para que sepa que entre todos aquí sólo él me interesaba, sólo para él bailaba, y por él me movía así, por supuesto todos se ganaban, pero en particular mi show era dirigido para sus ojos grises, para estimular sus apetitos, captar su interés, moverlo de ahí que se acerque hacia mí y me diga las palabras puntuales que necesitaba, Vámonos a un cuarto, sí esas mismas, aquello significaba que no le interesaba saber el precio, porque por ende sea cual sea podría pagarlo.
Pero fue diferente porque no me dijo vámonos a un cuarto, sino, Bájate, ven conmigo, cosa que me gustó más aún, su acento no era norteamericano, predominaba la “g”, supuse que quizá era un alemán, pero su dominio del español era absoluto. A unas siete cuadras del Safari estaba un hotel del mismo nombre, le hice un oral en el taxi, fue por propia iniciativa, le tenía ganas desde ya, así que succionándole el pene me esmeré ante su rigidez, ante su color, se lo hice suavecito sin apretar los dientes, echándole suficiente saliva, el hombre ese duraba bastante, otro por las cositas que sólo mi lengua y yo saben hacer no hubiese durado ni quince segundos.
Primero entré yo, abrí la puerta de vidrio, saludé, el hombre pagó la habitación, no miré más, me di la vuelta, busqué el ascensor, él venía tras mío, entramos, al cerrarse la puerta me pegué a él levantando la pierna, llevando su mano para que me toque, yo por mi parte le sobaba con la mano derecha, aún estaba duro, podía cerrar mis dedos y sobarlo por encima del cierre lo sentía todito, él no se movía mucho, tampoco decía mucho. Llegamos al piso seis.
En la habitación me empecé a quitar la ropa, él cerró con seguro, me bajé la falda, desabroché el sostén, me tiré en la cama, lo ví bajándose el pantalón me arrimé a un lado para que se echara, sacó su billetera, buscó entre los compartimientos hasta encontrar lo que parecía ser un paquetito de papel de alguna revista, estaba bien doblado, lo abrió despacio sus manos temblaban un poco, dentro había cocaína blanca y cristalina, le pasó un dedo y lo llevó a la boca. Sonó la puerta, cerró el paquetito y me pidió que reciba el pedido. Cogí mi blusa para taparme los senos y atendí al joven que nos traía una botella de whisky. No me dejó echarme, le entregué la botella él la abrió y del pico sorbió un buen trago, luego abrazándome de la cintura me acercó para lamer, besar, chupar mis senos.
Mordisqueaba mis pezones, empezaba a sentirme contenta de que al fin empezara a hacer algo ese gringo tan callado. Lo cogí de los hombros empujándolo hacia la cama, yo estaba totalmente desnuda, mi sexo se encontró con el suyo de inmediato, me erguí para que entrase, me senté sobre él, ya había entrado, volteé la cintura hacia el velador donde estaba el paquetito, lo cogí, con la uña del meñique me ayude para recoger un poco del polvito e inhalé por ambas fosas, le di un poco a él así echado como estaba, sólo aspiró con fuerza y todo ingresó con rapidez, esparcí un poco por mis encías, era de tal calidad, pura genuina, con ese amargo especial, él también quiso, le di mi dedo el cual chupó cerrando los ojos, sonriendo. Con el frenesí corriendo por nuestro torrente sanguíneo empezamos a hacer el amor, sobre la cabecera de la cama habían dos interruptores uno para apagar las luces centrales otro para encender un fluorescente aledaño que botaba una tenue luz roja, la cual le otorgaba otro relieve a nuestras pieles, otras sombras, éramos otros.
Me volteó revolcándonos, quedé debajo de él, se terminó de quitar la ropa, era robusto estaba en forma, inhaló un poco más, bebió de la botella, le exigí que me invitara un poco más de ambos. Penetrándome con fuerza me besó en los labios y me dejé porque su boca sabía a whisky y a coca, no es en sí por el sabor, sino por el frenesí explosivo que ocasionaba aquella combinación, recorrí cada recoveco de su cavidad bucal, sedienta, hambrienta, recibiendo dentro su miembro caliente y mojado. Al apartar mi boca de la suya sin darme cuenta lo abrazaba hundiendo mis uñas en su piel, con mis muslos y pantorrillas lo abrazaba hasta dejarle marcas en la cintura.
Lo sentí detenerse y ponerse tenso soltando algunos jadeos en mi oído, percibía su cálida eyaculación como un cosquilleo dentro de mi vejiga, en el acto salió, recostándose en la almohada, yo me quedé ahí tirada un rato con los ojos cerrados transpirando, tocándome lentamente el vientre. Ein Tanz für mich bitte, alcé mi cuello, con el gesto de mi cara le dije que no entendía nada, Ponte de pie, baila un rato, me dijo. No tenía ganas, hubiese preferido que durase más y seguir postrada debajo de él recibiendo más, Frauen haben, was ich sage, supongo que había dicho lo mismo, pero seguí sin obedecerle, abrió la billetera sacó dos billetes de 50$ y me los lanzó, contenta me paré, me asomé al velador sin mirarlo, sin pedirle permiso con esa tarjeta personal armé dos líneas gruesas enrollé un billete e inhalé de prisa, pero me faltaba un poco, mi cuerpo requería más, armé dos líneas más, volví a inhalar, que tremendo arrebato de energía me invadió, cerré los ojos dejando mis manos moverse por sí solas acariciándome todavía muy agitada, sudando. No había música, pero me movía como si una sensual melodía estuviese sonando. Al verlo de nuevo él estaba haciendo lo que yo hace unos pocos segundos, aspirando gruesas dosis y bebiendo el trago, algunas gotas sobresalieron de las comisuras de sus carnoso labios. Le bailé, libre, suelta, sintiendo que no había mujer más sensual que yo, sintiendo que sólo yo le había hecho esto a él, le baile tal y como hice para llamar su atención en la barra ante el sendero de sus ojos grises.
Él estaba atento en la contemplación de mis movimientos con la botella en una mano masturbándose con la otra, aunque sin erección sólo sobando por inercia, volvía a cerrar los ojos, me sumí en la tácita melodía que circundaba la habitación, Verschieben Sie das Fenster, le pregunté con los ojos qué era lo que decía, Abre las cortinas, me dijo, no eran cortinas sino persianas, caminé a la ventana y lo hice, sin apartarme de ahí continué con mi danza, creo que sí había música, la de nuestras almas aceleradas, la de nuestras respiraciones y susurros, todo emanaba sonido, incluso el color rojizo del fluorescente era la música. Se acercó a mí sin soltar la botella, me invitó un sorbo de whisky, me beso insertando la lengua, frotándome con el resto de su cuerpo, después me dio un billete más el cual dejé tirado en el piso, vertió licor desde mi cuello encontrando su cauce por mis clavículas, parte de mi espalda, mi busto, mi ombligo, dejó la botella en el muro de la ventana, bebió gota a gota los restos esparcidos en mi cuerpo perdiéndose en mi piel, calentándome, agitándome, agachándose por mis muslos con su lengua inquieta. Con gran fuerza me volteó, apoyada en la pared recibí otro chorro más de whisky por toda la espalda, éste fluía hacia mi columna, mis nalgas, entre ellas, hasta los pies, llenándome de calor, de escozor, de ardor, su boca siguió hurgando mi cuerpo sin obviar cada parte que el licor había tocado pero poniendo énfasis entre mis glúteos donde no resistí soltar un chillido y me erizaba empinando los pies, curvando la espalda, dejándome llevar me recosté bocabajo excitada, rendida, dispuesta.
Se echó sobre mí, no quería metérmela por la vagina, apuntaba más arriba, le dije que no, pero me cerró la boca con dos billetes más cayendo frente a mí, reí para mí misma, así postrada ante el suelo vi su mano acercar hacia mí el papelito con lo último que quedaba y la tarjeta, arrimé todo lo que sabía podía aspirar, acercando la punta de mi nariz al piso absorbí de golpe ambas filas de valor, ambas dosis de frenesí, ambas dosis de descontrol. Permití que me penetrara, lo dejé ingresar sin preámbulo, y él me lo hizo como le apeteció, tratándome como un objeto inanimado, consumiéndome, inhalándome igual a una línea de coca, ahora quién tenía las marcas en la espalda era yo, por sus dientes, estaba bien, el dolor que me producía con su sexo se distendía o era compartido cuando me mordía surcando mi piel, yo también necesitaba hacerle algo, por eso llevé sus dedos a mi boca, los lamí y mordisqueé no segura si lo que esperaba era que durase más o que terminase de una vez. Pero sin acabar aún lo sacó, me dio la vuelta se sentó en mi vientre, apretándome un seno se masturbaba encima de mí, yo perdía la respiración, aunque ya estaba más tranquila, Diese Scheiße ist lecker! Me decía, tenía la cara hacia arriba. Se la sobaba como quien busca producir fuego con dos varas de madera, Freude, und ich kam! Dijo otra vez, el chorro de su semen salpicó en mis senos y parte del mentón.
Se echó sobre mí, no quería metérmela por la vagina, apuntaba más arriba, le dije que no, pero me cerró la boca con dos billetes más cayendo frente a mí, reí para mí misma, así postrada ante el suelo vi su mano acercar hacia mí el papelito con lo último que quedaba y la tarjeta, arrimé todo lo que sabía podía aspirar, acercando la punta de mi nariz al piso absorbí de golpe ambas filas de valor, ambas dosis de frenesí, ambas dosis de descontrol. Permití que me penetrara, lo dejé ingresar sin preámbulo, y él me lo hizo como le apeteció, tratándome como un objeto inanimado, consumiéndome, inhalándome igual a una línea de coca, ahora quién tenía las marcas en la espalda era yo, por sus dientes, estaba bien, el dolor que me producía con su sexo se distendía o era compartido cuando me mordía surcando mi piel, yo también necesitaba hacerle algo, por eso llevé sus dedos a mi boca, los lamí y mordisqueé no segura si lo que esperaba era que durase más o que terminase de una vez. Pero sin acabar aún lo sacó, me dio la vuelta se sentó en mi vientre, apretándome un seno se masturbaba encima de mí, yo perdía la respiración, aunque ya estaba más tranquila, Diese Scheiße ist lecker! Me decía, tenía la cara hacia arriba. Se la sobaba como quien busca producir fuego con dos varas de madera, Freude, und ich kam! Dijo otra vez, el chorro de su semen salpicó en mis senos y parte del mentón.
Esta vez sí reposó unos minutos antes de ponerse de pie, no quedaba nada en la botella ni en el papel, pronto en el suelo sólo me encontraba yo con mis billetes, mi cuerpo meloso de licor, saliva, sudor y esperma.
Lo vi yendose a la cama, de su saco cogió un blister de pastillas amarillas, quizá tranquilizantes para poder dormir, fue al baño, ahí fue que yo me paré porque me iba a dar una ducha, vertió agua del caño en la mano y se tomó dos pastillas, Ojalá amanezcas vivo, Le dije, él salió, yo ingresé a la bañera, abrí al máximo me mojé de agua bien fría, ya había guardado los billetes en mi cartera y tenía mi ropa al otro lado de la cortina lista para vestirme luego del baño.
Es ist vorbei, gehen... Estaba fumando un cigarro negro, por primera vez tenía el control en la mano cambiando los canales, Enserio, ojalá amanezcas vivo, Le volví a decir a modo de despedida, Bye, hoffe, Sie sehen dann, Me respondió, cerré la puerta.
3 comentarios:
uff qué bien contado estuvo eso =)
Excelente, casi casi como si uno hubiera estado en esa habitacion presenciando todo. Bien narrado.
Exitantemente bien relatado, mi imaginación ya hace planes para mi próxima salida. Saludos.
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