domingo

Tu puta vida.

-Me encargo de... coordinar acciones… soy asistente de… suelo recibir muchas llamadas… representante de ventas de WRW. SAC… 

En su mundo interior siempre nadaba la idea de que solo una mujer de ese tipo, que supuestamente conoce a fondo el alma masculina, tan acostumbrada a ellos, podría escucharlo sin juzgar cada cosa que se le ocurriera contar pretendiendo ser lo más sincero posible, cosa que no haría con Ángela, o Liz, las dos “cojudas”  que lo esperaban en Lima, ambas muy ilusas, huecas, manipulables, en el fondo las prostitutas le inspiraban cierto inexplicable respeto, ya que se reservaba la sinceridad para ellas. Claro que estaba totalmente equivocado, ante ellas el iluso, hueco, y manipulable era él, a esa mujer que transpiraba a su lado le importaba un comino su propia vida, ¿Cómo le podría interesar la vida de otros? Lo escuchaba sin comentar nada, esperando en realidad que él le pida “otrito” más, o sino de una vez que saque la billetera y le de sus 25 soles.

Cada quincena visitaba esa chingana en Huacho, junto a Rolando y Alberto, el arquitecto y el ingeniero de la empresa, después de ejercer su labor viendo las obras, y las maquinas, tenían cierto tiempo libre, Huacho es una ciudad pequeña donde no hay muchos lugares a donde ir, por la bajada al muelle estaba ese bar donde se hicieron caseritos. Las chicas que atendían muy a parte de ser lindas también si les dabas algo extra se sentaban a hacerte compañía, así poder embriagarte más y más, algo que convenía tanto al dueño como a ellas, por la comisión. Si aún te quedaba dinero en la madrugada las llevabas al hostal, Luis entre todas solo tenía una predilecta, Jenny, con ella nomás le gustaba interactuar cada vez que llegaba a ese lugar, y con ella nomás terminaba acostándose. Ella se mostraba alegre y espontánea en la mesa y durante el acto sexual, pasado aquello era una mujer lívida, indiferente, silenciosa.

-No sabes… -Comentó Luis chupando un Pall Mall azul.-hay instantes en los que siento que esta no es mi vida, que estoy usurpando la vida de otro, que otro debería estar en mi lugar, y yo no, yo… lo que tengo no es por mi ¿Entiendes? A penas termine el colegio, y si estoy en esta empresa es porque mi primo es el dueño, mis padres hablaron un día con él, le pidieron el favor, y el me puso de supervisor.

-¿Y te quejas? Yo estaría algo feliz en tu situación, ya que todo me resultó fácil. –Dijo Jenny, era lo primero que decía después del revolcón de ocho minutos y medio. 
-Es que precisamente creo que eso es, no me costó, no la sufrí. Mi trabajo es simple, pero estresante, ahora me han subido el sueldo, pero no me explico porque aún no me es fácil decirle a los demás de frente que soy “supervisor”, cuando me preguntan por mi profesión… es que realmente no tengo profesión, ser supervisor no es una profesión, y ando rodeado de gente que sí la tiene, a veces me da la sensación de que hablan detrás de mi…
-¿Que crees que dicen?
-Bueno, una vez me pasó que entre al taller, y escuche un murmullo, “ahí viene el primito”.
-Yo puedo dar fe de que eres todo un hombre.
-¿Lo dices enserio?
-La verdad no. –Dijo Jenny. -¿Que hora es Luis?
-No lo se mira en tu celular.

Jenny volteo abrió su cartera, su rostro fue iluminado por una luz azulina.

-Aun es temprano Luis, ¿me pagas? Vuelvo al trabajo.
-Te pago 20 lukas más y te quedas hasta las cinco conmigo.
-¿Aún puedes?
-Charlemos.
-Luis, yo en estas tres horas me hago tres clientes más, no puedo perder tiempo. Te prometo que el próximo fin de semana si vuelves…
-Ya está bien, vete nomás, me llega al pincho…
-¿Te refieres al pequeñin ese?

Un leve estremecimiento de rabia sacudió a Luis -¿Que acabas de decir jodida puta de mierda?
-Que si te refieres al pequeñin de ahí. –Volvió a decir Jenny esta vez señalándolo con la mirada.

Se acomodaba el sostén bajo la blusa. Se puso de pie para bajarse la falda que estaba subida hasta el ombligo, miró hacia el suelo intentando ubicar su calzón, pero entonces vio a Luis también ponerse de pie. Por la luz amarillenta que entraba de un poste al lado de la ventana veía a medias su cuerpo falto de ejercicios, con la barriga redonda, el pene flácido, los muslos velludos.   
-Ten mas respeto con él Jenny, no puedes estar hablando así como así. –Decía Luis llevando la mano derecha al miembro con la intención de despertarlo. Pero éste realmente tardaba en reaccionar.
-Luis tranquilízate, ¿Qué pretendes? Con eso ya no puedes hacer nada, sería mejor que descanses.

Se sentó en el colchón dándole la espalda, metía un pie, luego el otro, subiendo la trusa por las pantorrillas, Luis se había puesto en frente de ella, su miembro estaba a centímetros de su rostro. Le fue indiferente, continuaba haciendo todo como si nada. Pero en un descuido sintió un jalón de pelos que la obligó a levantar la cara. Hizo un gesto de dolor, alzó su mano y se encontró con la de Luis muy decidido a no soltarla, e incrementar la fuerza del puño que tensaba sus cabellos. No se movió más, levantó la vista y le lanzó una mirada dura, entonces abrió la boca y dejó que el sexo de Luis al fin despierto y rígido entrara y saliera de ella.

Su nariz exhalaba un aire tibio y entrecortado, llevó las manos hacia la base, sus dedos masajeaban junto con sus labios, la saliva se aglomeraba con la fricción, pronto ésta chorreaba por el mentón de Jenny y las gotas caían al suelo, la mano de Luis ya no era un puño, estaba abierta y acariciaba la cabeza de Jenny.

Ella le hizo retroceder unos pasos, la espalda de Luis sintió la pared, Jenny se puso de rodillas, así sintiéndose más cómoda, movía el cuello, la cabeza, los labios de una forma desenfrenada, paseando sus manos por el vientre, los muslos, las nalgas de Luis, éste tenía las manos fuera de lugar, no la tocaba, no se tocaba, se quedaron tiesas y pegadas en la pared. Jenny soltaba de rato en rato algunos gemidos, metía todo, hasta el límite de la garganta donde le provocaba una arcada, más no se detenía para nada, salvo para sacarlo un momento y luego meterlo de nuevo con más rapidez deslizando de principio a final.

Cuando Luis volvió a coger su cabeza impidiendo que Jenny continúe con sus vaivenes, su miembro palpitaba dentro, tieso, tenso, acalambrado, intentó detenerlo, se mordió un poco la lengua, fue inútil, cerrando fuerte los ojos pronto se distendió soltando repentinamente toda su carga, Jenny sintió el sabor a cloro inundando su boca, pero las manos de Luis no le permitían alejarse, tuvo que golpearle la barriga, entonces cayó hacia atrás, recostándose sobre sus codos, pero escupiendo al suelo.

-¡Cerdo asqueroso! –Dijo molesta, continuaba escupiendo, arrimaba la saliva y el semen de sus labios con el antebrazo, su mirada lo decía todo, estaba asqueada. Luis empezó a reírse, le pareció muy cómico lo que acababa de suceder y no podía dejar de reírse. Jenny se alejó sin levantarse del todo, sintió el pantalón de Luis cerca de la pata izquierda de la cama, con un hábil movimiento de manos sacó la billetera y se puso de pie. De inmediato terminó de subirse el calzón, acomodarse la falda, cogió la cartera e ingresó al baño. Desde adentro seguía escuchando la risa de Luis. Abrió el caño, se enjuagó la boca tres veces, quiso vomitar, pero le pareció que sería una perdida de tiempo, mejor se iba de una vez. Salió sin despedirse, Luis se había sentado en la cama, Jenny lo miró esta vez con un aire petulante, una media sonrisa, cerró fuerte la puerta.

El muchacho de recepción la vio llegando apresurada, presionó el interruptor que abría la puerta, ella ni lo miró, sólo salio, le esperaban unas escaleras hasta una reja que estaba sin seguro. Estando afuera empezó a cruzar la pista, llegando a la berma sacó la billetera de Luis para revisar, había billetes de cien, y veinte soles, su DNI, dos tarjetas de crédito, unas monedas, sonrió para sí misma, sin levantar la cara continuó cruzando examinando los demás bolsillitos de la billetera.

A la mitad de la pista escucha que gritan su nombre, ¡Jenny a que mierda estas jugando!, Luis terminaba de ponerse el polo, se estaba subiendo la bragueta y estaba a punto de cruzar la pista descalzo. Ni ella misma sabía a que jugaba, pues Luis conocía donde trabajaba y podría ir cualquier día a reclamarle el robo, se quedó estática un segundo, no volteó por completo cuando estaba haciéndolo recién vio al Tico amarillo de luces apagadas que se aproximaba a ella, y aunque el conductor giró el volante con rapidez no pudo evitar impactar con su cuerpo, Jenny escuchó crujir los huesos de su columna, se doblo como una tabla y salió disparada a dos metros sobre la pista, el Tico subió a la berma y se hizo trizas en un poste.

Cuando logró abrir los parpados tardó un poco en percibir los colores de la noche, y en darse cuenta que tenía la cabeza recostada en el asfalto, muy próximo a sus ojos veía los dedos de su mano que se movían temblando, más ella no sentía su movimiento, ni lo ordenaba, temblaban por sí solos. Algo caliente se deslizaba con lentitud desde su frente, bajaba por los pómulos, a los pocos segundos su lengua empezó a reaccionar y pudo identificar el sabor de la sangre. Y sus ojos también iban viendo mejor lo que tenía en frente, algo lejos de ella, un auto destrozado votando chispas, una berma con gras seco, más allá los neones que se prendían y se apagaban “hostal”. Un poco más cerca de ella una mancha negra que no podía definir que era, luego se aparecieron unos pies descalzos, Luis, es Luis… una mano bajaba a recoger la mancha negra, al instante comprendió que esa mancha era la billetera de Luis. Los pies descalzos dieron la vuelta alejándose.

Tenía todo completo en la billetera, había dado unos cuatro pasos alejándose de Jenny, que no mostraba otro signo de vida más que el temblor de sus dedos y piernas, ¿Que se supone que debes hacer huevón? ¡Que se supone! Lárgate, muévete, esto no te incumbe, solo muévete, eso que dijiste arriba era una estupidez, no usurpas la vida de nadie, estas huevadas te pasan a ti porque es tu puta vida, ¡Muévete carajo! Por las huevas sigues aquí, al toque llegará gente a ayudarla, esto no te incumbe. Sí, así, muy bien, lo haces bien, solo muévete, camina, aléjate. Pasando la berma escucho un ruido proveniente del taxi, el chofer había abierto la puerta y sin fuerza en el cuerpo se desplomaba hacia fuera.

Luis abrió la reja, subió al cuarto, y se puso a ver desde la ventana lo que sucedía, los curiosos empezaban a aparecer, algunos voluntarios socorrían al taxista, y a la mujer intentaban ponerla boca arriba. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

casi casi me gusta por completo, el final no me agrado para nada... me encantan tus descriciones.

Anónimo dijo...

carajo escribí mal descripciones !!!

Juan Carlos Ramírez Y. dijo...

Gracias... un gusto amigo(a) anonimo(a)

Anónimo dijo...

Gracias? por leer, no tienes que hacerlo es un gusto leerte.

Ines dijo...

Excelente, muy bien narrada.