Acostumbra a sacar la cabeza por su ventana siempre con una colilla entre el índice y el anular, tiene un rostro huesudo de piel gastada, labios resecos, inmensas ojeras, cabello largo que a menudo luce pajoso. Le encanta saludar a todo el mundo, y siempre se alegra cuando uno lo invita a que baje a platicar un rato, hasta hace un mes quizá, lo veía muy a menudo, después de vagabundear fumando alguna pava con Ángel, Oscar, o Fabricio (otro loco, de seguro hablare luego de él) Nos gustaba ir a su casa a “bajar la estoneada” como decía Ángel. Es que escucharlo hablar y mucho más si uno está estón, es algo que entretiene, Loco Angurri suele trabarse, o también quedarse estancando en alguna frase la que repite unas cinco veces mientras intenta recuperar la ilación, cuando lo logra continúa con la conversación sin darse cuenta de lo que pasó, hasta entonces los que lo escuchamos no podemos retener alguna carcajada. Gustavo (su nombre real) es sin embargo un tipo con bastante conocimiento, antes de volverse loco era un come libros innato, amante de todo tipo de temas culturales, políticos, artísticos, es una enciclopedia, uno le puede consultar lo que sea, el siempre tiene una respuesta, claro te lo explica a su modo, tartamudeando, olvidándose de algunas palabras, o cambiando radicalmente de tema, pero si uno lo sabe escuchar encuentra muy buena información en lo que dice.
A toda la gente de la quinta y de la cuarta les gusta pensar que el Loco Angurri es el reflejo de mi futuro yo, ven en él muchas cualidades que también se repiten en mi. Leo todo el tiempo, casi siempre respondo algo curioso cuando tienen alguna consulta referente a literatura, religión, existencialismo, alguna curiosidad científica, y sobre todo el conocimiento de que alguna vez fui un cocainómano compulsivo, y el rumor de que soy bisexual, pues que a pesar de gustarme las mujeres dicen que por ahí me acosté con alguno que otro travesti, o gay pasivo (un tal cabro Andy), justo igual al Loco Angurri que de joven le encantaba la “cacanería”. Que más da, “rumores” a veces los sucesos de la vida nos llevan a situaciones inverosímiles, comprometedoras, enredos que quise subsanar con explicaciones que no resultaron convincentes, así que a todos les gusta fantasear con hechos que solo sucedieron en sus cabezas agusanas, (tan agusanadas como la mía) Quizá pronto hable un poco de mi. Pero volvamos al Loco Angurri, he notado a Oscar poner gestos de asco cuando él levanta la mano para saludar, bueno ¿Quién no? Tiene las yemas de los dedos bien amarillas, Melco diría que eso se debe a todos los culos de travestis por donde sus dedos exploraron, pero no, en realidad Gustavo fuma cigarros cada cinco minutos, la constante fricción de sus dedos a la rueda metálica del encendedor además de el perpetuo contacto del calor de las colillas tiñeron sus yemas de un amarillo turbio nada agradable. Una vez entramos a su cuarto con Ángel, estábamos con el cansancio y la fatiga post-cannabica, y queríamos un lugar donde hacer hora hasta el atardecer, entramos a su cubil, un cuarto pequeño con ropa por todos lados, un televisor, un reproductor DVD, algunos platos y vasos sucios, al lado de la cama una fila de botellas de gaseosa, todas vacías y todas Coca-Cola, también una bolsa blanca en vez de un tacho de basura donde únicamente habían cajetillas gastadas de Pall Mall azules y rojos, en la cama había un cenicero de metal rebalsando en colillas apretadas, el humo era asfixiante, para soportar sin sentirse algo mareado en su habitación había que acercarse a la ventana, sacar la cabeza tal como él acostumbraba a hacer y respirar un poco mirando el parque.
Mejor era sentarse en los dos escalones de su puerta y escucharlo hablar, a mi me gustaba “denguearlo” o calentarle la cabeza como él decía, diciéndole que quería comprarme unos cinco gramos, o un “rocón”, el me hablaba que tenía un dealer de la calle Dasso en Miraflores, era confiable, no te daba coca pateada, con 60 soles obteníamos suficiente para una instantánea perforación de tabique, yo no le hablaba muy enserio, iba de bajada en esto del consumo, pero me gustaba fastidiarlo, hacer que en un arrebato de euforia me suelte detalles de su pasado, pues hablarle de coca le despertaba una pasión desde la raíz, me decía que por la Victoria conocía a una negra que tenía una casa grande donde se reunían algunas burriers, todas genuinamente perras, no es necesario pagarles sólo invitarles a que inhalen un poco y se dejaban llenar por todos los huecos, una vez le comente aquello a Oscar, terminamos entusiasmados por algún día ir a esa casa de perdición. Existía sin embargo algo que me quitaba todos los ánimos, es que ya fueron muchas veces las que vi al Loco Angurri con los rezagos de sus trasnochadas coqueras, hace bastante tiempo ya, cuando se daba la oportunidad de escaparse, vendiendo cualquier cosa que tenía a la mano, en ese tiempo vendió un refrigerador, un televisor, una Lap Top, etc, en la mayoría de sus ventas lo estafaban pero al menos conseguía suficiente para comprarse su par de “rocas” e irse a la victoria donde siempre era bien recibido y al principio pasarla muy bien, inhalando, sintiéndose el más listo, el más chistoso, el más guapo, el más potente, meterse a lo mucho un par de polvos con una burrier, luego seguir inhalando y así las horas transcurrían y la casa era tan clandestina que nadie abría las ventanas, nunca se sabía si era de día o de noche. Y así se pasaron tres días y medio en un parpadeo, por fin las rocas se habían acabado, tenía que volver a su hogar, claro las burriers no le darían ni un centavo, y con todo lo que se había metido ya no podía pronunciar ninguna palabra, regresaba a su estado natural, a como lo conocemos todos, tartamudo, desorientado, ansioso. Regresaba caminando, bastante flaco, sucio, lleno de mocos, con ojos de una persona que no durmió 72 horas, en algunas ocasiones lo encontré así, pidiéndome que por favor le diga si se ve muy destruido o no, le decía que claro que luce asqueroso, pestilente nadie soportaba verlo así, una vez también estaba con el “Choli” cruzando el parque de la quinta y lo vimos en un rincón oscuro tras un árbol inhalando lo último que le quedaba de su chamo, y tan sólo tendimos a retirarnos.
Va quizás un año y medio sin hacer nada de eso, se encuentra en un reposo absoluto, a la única miembro de su familia que conocemos (de vista) es a su madre porque a menudo uno la ve yendo a la tienda comprando algo de comer, gaseosas, o cigarrillos, todo es para Gustavo, el resto de su familia conoce su situación por eso permiten que teniendo 30 años no trabaje y se la pase en su cuarto viendo tele, fumando, escuchando música, y tomando ansiolíticos recetados por un psiquiatra, ahora conocen el motivo de su “locura” y es haber caído en terribles excesos y constantes recaídas. El día que por primera vez se vio en un hospital debido a “psicosis paranoica” su padre le dijo, bien huevón eres ¿no? ¿Porque te envicias así? Si cuando hay reuniones con los oficiales todos la “hacen” pero tranquilos, inteligentemente, no como tu que te has metido hasta caer inconsciente. De su padre no se más que eso, aquí nadie nunca lo vio porque nunca viene, pero por parte de Gustavo sé que tiene un rango importante en la policía, y que parte de su familia tiene mucho dinero, debe ser cierto, para financiarle su tratamiento se requiere capital. Recién en estos últimos meses que anda tranquilo, más social, es que uno lo busca para hacer hora, con Lolo varias veces nos sentamos en su jardín, donde se ponía a tocar su guitarra, con Ángel solíamos sentarnos en su puerta a charlar después de haber fumado un wiro, con Fabricio lo mismo, con Oscar igual, el Loco Angurri resultó ser un buen point donde “bajarla” cuando no se tenía más que hacer que divagar intentando disolver el aburrimiento.
1 comentario:
Yo tmb he escuchado eso de que algunas personas que han leído bastante y se han perdio en sus ficciones han terminado así, mismo Quijotes, a quienes les preguntas una cosa y te la responden con sorprendente seguridad. Su mente puede estar atiborrada de cosas sorprendentes que lo dejaron así.
Saludos!
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