martes

El holograma.

1:00 AM
Apaga la computadora, se acomoda el pantalón, aún la fotografía de Jessica se mantenía como un holograma flotando ante sus ojos sin perder nitidez, no lo había podido evitar, después de pasarse un tiempo prolongado examinando detalle a detalle todo se iba volviendo erótico, se sorprendió con el rostro muy cerca de la pantalla adivinando el aroma de su perfume, la textura de su vestido en sus mejías, la punta de sus pezones entre sus labios. Era evidente que bajo ese vestido solo había su cuerpo, sin ropa interior, era evidente que lo había echo al propósito para generar esas enloquecidas emociones en David, las que desde hace mucho le gustaba provocar, ya que él no tenía impedimento en translucir su excitación y ella en permitírselo hasta que ambos lleguen al tope donde se hallaban en medio de un puente colgante sin pasamanos jugando a hacer equilibrio, sabiendo que a esas alturas no dependía de ellos caerse al abismo, pero siempre segundos antes que suceda Jessica advertía el peligro y recuperaba el aplomo, la exquisita tortura de la contención.

El holograma continuaba en frente y ahora se movía, la oscuridad era cómplice, facilitaba la fantasía, no hacía falta cerrar los ojos, no hacía falta imaginar pues el holograma ahora existía independiente a su pensamiento o así empezó a creerlo. Jessica, siempre tan libre, ni siquiera en su cabeza podía hacerla toda suya, Desgraciada, vamos, aunque sea levántate un poco el vestido, si no lo haces dudo que pueda dormir. Jessica giró, llevando las manos a la espalda empezó a desabrochar desde arriba, hermosas líneas de piel que descienden… el celular empezó a vibrar en el velador, ella quedó con las manos al final de la columna y al instante se apagó. Era María, por la lucidez que envolvía la voz de David, dedujo correctamente que no había estado durmiendo, celosa pero sin molestarse preguntó qué había estado haciendo, Editaba unas fotos que me llegaron al correo, cosas del trabajo, ¿Y tú linda, qué pasó?; María le contó que se había despertado de pronto, muy angustiada por el contenido de sus pesadillas, los últimos días no paró de mantenerlo al tanto de sus sueños ya sean alegres o tétricos, esta noche uno de ellos lo incluía: se besaban dentro de una piscina con poca gente alrededor, se besaban tocándose por debajo del agua dejando que las manos paseen por toda cavidad, curva, o prominencia, en medio del irrefrenable beso los dientes de María se desprendieron de sus encías, los envolvió el hierro oxidado de la sangre en sus lenguas, David escupió varios dientes al agua con gestos de asco, ella se llevó las manos a la boca como queriendo vomitar luego miró sus dientes en las palmas con pánico, despertó. No sé, la pesadilla no me importó mucho, sino el sentimiento que se condensó en mi pecho… que te perdía. Con voz cariñosa David le dijo que no sea tonta, que por andar pensando eso tenía sueños así de feos, se quedó callado lo suficiente para sentirse el más cínico del mundo, ella le reclamó porqué desde hace varios días no le dice “amor”, entonces David se lo dijo y fue suficiente para tranquilizarla, no me vallas a colgar todavía, háblame unos minutos, cualquier cosa. 

No pienso colgar María, pero al contrario quisiera yo escucharte decirme lo que sea que te venga a la mente. Y los siguientes minutos la voz de María le susurró palabras que le contagiaban su deseo, su ardor, su miedo, su excitación, ella empezó a acariciarse el cuerpo ingresando en un trance donde las palabras fluían libres, sin predeterminación, sensación pura que embriagaba la razón. David llegó a olvidarse de la fuente de aquel afrodisíaco, su mente tendió a darle cuerpo, nombre, vida a esos calores internos, el holograma de Jessica se prendió terminando de desabrochar el vestido, ofreciéndole la prohibida belleza de sus contornos, de ellos no pasaba, sus manos conocían esa tersura, pero de ella no pasaba, tanta represión junta, hiciste de mí un coleccionista de los más lascivos anhelos. 

Dime que me amas David, dijo María sumida a la mitad de una profunda masturbación, ya no hablaba, se limitaba a jadear, suspirar, exhalar con fuerza, Te amo… te amo, Jessica al fin volteó, desnuda, flexionando una rodilla sobre la cama. Di que me amas a mí, a mí, El holograma de Jessica se iba desvaneciendo, ¿Con quien estás David? Jessica desapareció, había estado acercándose a gatas, David suspiró con desgano, “Contigo”, le dijo, María cesó de tocarse, abrió los ojos, No dijiste mi nombre ¿Por qué? David llevó una mano a la frente, un ligero golpe, Te amo María, no la convenció tampoco quiso hacerlo, sabía que era inútil pretender engañar la intuición de María y había sido tan vívida la situación que tomó como una realidad el espectro de Jessica. Eres una mierda… David prefirió no agregar nada, se quedó en silencio esperando que ella cortara. Al quedarse sólo, sin la imagen de Jessica y los estimulantes susurros de María, se preparó para una noche larga de insomnio, se había prometido no volver a fumar pero conocía su estúpida volubilidad por eso guardaba al fondo de su cajón una cajetilla de Marlboro la que fumó recibiendo el aire helado de la madrugada en el rostro, apoyado en la ventana.  

2:36 AM

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