viernes

Borderline.

Morir, dormir... ¿Dormir?
Tal vez Soñar.

William Shakespeare.

Quise por un instante que hagamos una pausa, inventar cualquier cosa, no lo se, así poder ir al baño y vomitar un momento, tan solo así podría aguantar lo que ya sabía me iba a decir. No fue posible, Leo no paraba de hablar, me interrumpía, pero lo peor era que ahora todo tenía un clima final, de ruptura, no como otras veces, en que por más que nos estuviésemos insultando uno al otro, cuando lloraba, él se detenía y no resistía abrazarme y disculparse por ser tan agresivo, entonces aún así yo hubiese sido la culpable del pleito como casi siempre, todo se arreglaba. Su tono de voz, su mirada, peor que cuchillos, sé lo que digo, los metales filudos no son nada, ya muchas veces experimente con ellos y no cortan tanto como su mirada, no le importó dejarme en el suelo, no pude detenerlo.
 
Siempre regresiono cuando caigo en depresión, para mi es un volver completo a la niñez, experimento lo mismo, incluso e llegado a verme más pequeña y sentirme tan vulnerable, mirarme al espejo es una tortura, no admito mi imagen, no admito mi ser, tomo una navaja y pretendo mejorar mi reflejo, modificando mi piel, así es mejor, así soy otra, moribunda, sangrante, como sea, es el rojo fluyendo de mi interior que recién me da consciencia de que existo, de que pertenezco a algo, me permito sonreír, carcajearme si es posible, algo que la puta de mi tía no comprende. Cuando salí del baño y fui a verla a su cuarto con la más pura intención de platicar, y pasar un momento agradable, ya con el recuerdo de Leonardo expelido de mi mente, la zorra gritó, yo si puedo comprender que no era tan agradable verme igual a un pollo colgado en un puesto de mercado, pálida y con laceraciones, pero no tenía que cerrarme la puerta, no tenía que rechazarme de ese modo, odio esta casa.

Dormí en el parque, amanecí con las fosas repletas de polvo y tierra, con hormigas caminando en mi cabello, caminé toda la mañana, cuando me di cuenta estaba por el Estadio Nacional, tenía un par de soles en mi bolsillo. Entré a una cabina Internet, Ricardo estaba en línea, es buen amigo, siempre me aconseja, conoce algo de mis problemas pero no todos los detalles, le pedí ayuda, le explique donde había amanecido, lo que había pasado con Leonardo, también lo que me había echo, lo de mis cortes, nada serio en realidad, porque ya había dejado de sangrar. Él se preocupó me dijo que podía ir por mí en media hora, pero después se puso a hablarme en un tono no muy amigable, ¿Por qué tomas decisiones tan descerebradas? Me vale madres tu relación con Leonardo, quizá haber terminado aya sido lo mejor, atentas contra ti misma, ¡Pisa tierra por favor! Le dije que mejor ya no venga si me iba a decir eso, Lo siento no estoy dispuesto a decirte sólo lo que quieras escuchar, te considero mi amiga. Igual le dije que no venga y cambié mi estado a no conectado, dediqué unos minutos a llorar, me puse de pie, le pregunté al chico que atiende donde está el baño, estaba justo frente a mi, lo que pasa es que empezaba a ver todo borroso, lo único que noté con claridad era la incertidumbre en el rostro del muchacho, una chica enclenque con cortes en la cara, de expresión taciturna, con los ojos hinchados, soltando lágrimas, estaba indeciso si ayudarme o echarme del local.

Me agaché sobre la taza, esta es la parte que menos me gusta, tener que usar el dedo índice hasta provocar fuertes arcadas, el sabor amargo, la acidez en la lengua, el vacío en mi vientre, el sangrado de mi nariz, la sensación de desmayo, pero después cuando al fin me deshago de todo ese pesar, vibra a mi alrededor la tranquilidad, puedo continuar, no se de donde brota esta fuerza aunque mínima con ella puedo ejercer alguna acción.

¿Regresar a mi casa? ¿Seguir andando sin rumbo? ¿Sentarme en alguna banca a llorar? ¿Escribir una carta? ¿Subir algún edificio y lanzarme? Lo último me pareció más atractivo, aún no tengo las agallas de cortarme las muñecas y hacerlo en otro lado es inútil. Me harté de sentirme un desecho, de que todos tarde o temprano me abandonaran, de que el amor siempre sea una mentira. El celular de Leonardo estaba apagado, así que le dejé un mensaje de voz donde predominaban mis gemidos de tristeza, diciéndole lo injusto que era, que sabiendo la dependencia que le tengo aún así decidió matarme, que no se precipite tanto pues lo que haré no es sino mi máxima expresión de amor, me iré y lo último que obsesamente amé fue a él. Que sí creo en alguna vida después de la muerte, que no me importa si es el cielo o el infierno, que mi único propósito es llevar su recuerdo a la eternidad donde caiga, que sólo de esa forma al fin podría tallar mi nombre en su memoria, ¿Que más da? aunque sea en sus más frustrantes recuerdos pero ahí, latente, lacerante, hirviente, pero ahí.

Te veo algo lejos sobre esa grada con los patanes de tus amigos hablando sobre las chicas que se tiraron anoche, tu volteabas a verme cada minuto, mirabas a Hans que no paraba de afanarme y cómo yo me dejaba, si pues aún era linda y misteriosa, no este cuerpo que con las justas sostiene sus huesos, él mucho más atractivo que tu, con mejor ropa, mejor porte, mejor celular, estabas vencido por tu complejo de inferioridad, tan parecido a mi, lleno de heridas, hambriento de una confidente ¿No es el amor cuando se conoce lo peor de ambos y aún así aceptarse? Sí cometí un error, esas veces en la cama, cuando quedábamos bocarriba, nos perdíamos en profundas charlas sobre la vida, y yo inventaba problemas mucho menores que los que en verdad tenía, pero muy dolorosos y tristes para ti, es que ¡Claro! ¿Quien se aventuraría a enamorarse y amar a un ser tan podrido, tan vano? Lo hice por protegerme, ya que importa, me voy.

Lima luce tan roja desde aquí, tan clandestina, es un atardecer pleno, afiebrado, muy seductor, las casas y edificios tan precarios, todo agoniza. Es raro, ¿Que se supone debería sentir? Pues como estoy me gusta, nunca me sentí con tanto control, tanta voluntad, tan consciente de mi misma, nunca había tenido esta convicción, es una energía que me recorre, tengo todos los sentidos alerta, mi tacto es acariciado por las brisas húmedas, escucho susurrar la calle, una ambulancia, miles de vocecillas, perros ladrando, algo de música, huelo las plantas, la tierra, el asfalto, cierro los ojos y todas las sensaciones aumentan, veo cabellos, mis cabellos moviéndose por el viento, mi cuerpo liviano, extiendo los brazos, algo me atrae, saboreo el porvenir, es como querer darse un clavado en el mar, ser tragada por algo inmenso, desvanecerme en la oscuridad, me sorprendo hablando sola, palabras de consuelo, lágrimas salen, ¡No! ¡No más tristeza! ¡No más! Mi vientre siente la baranda, mi cuerpo entero es absorbido por la gravedad, demoro mucho, solo era un noveno piso, aun no llego, las piedras, los objetos caen muy deprisa, demoro mucho, algo se rompió, sonó dentro de mi, aun veo todo, algunos zapatos, la pista, sangre y saliva, olor de entrañas, aun veo todo, no escucho nada, esta fresco, está frío… me congelo, aún veo todo, todos me ven, veo todo, me estoy hundiendo, me cubre el mar… desciendo, desciendo... desciendo…

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