lunes

Rendido.

… Otra vez, otra maldita vez, el mínimo movimiento me genera este… este… no es ardor, ni dolor, el dolor viene después, cuando me decido ir al baño y empiezo a orinar agujas, no jalo la palanca, antes de llamarla mi mujer ya está detrás esperando, se aproxima a mirar, coágulos de sangre que no terminan de combinarse con el agua y la orina, se dispersan con lentitud, lo único que nos decimos es que mañana volveremos al médico, supuestamente estos sangrados deberían haber durado tres días ya van semana y media. Nos tomamos un ativan cada uno haber si logramos dormir, en realidad ella toma dos o tres creyendo que yo no lo sé, la comprendo, con uno no basta, con tres queda tan sedada que ni pesadillas podrá tener.

Es en vano, nunca duermo, recuerdo a mi madre diciéndome que un día me va dar “patatus”, no es novedad, siempre tuve trastornos del sueño, prefiero prender la Laptop en el comedor, ver esas largas propuestas que dudo pueda terminar, dejaré plantado al ingeniero Ulises, la junta de la tarde, desconectare el teléfono. Un amigo psicólogo una vez me dijo con preocupación lo importante que es dormir, para dejar que la mente sueñe con libertad, que sino lo hago, que si la restrinjo de esa actividad, ésta buscara desesperada la forma de hacerlo, incluso mientras estoy despierto… ¿Despierto? Voy perdiéndole significado a esa palabra, cuando no duermes la vida es un sueño constante, un reflejo, y los segundos en los que uno cabecea de cansancio… eso es como despertar un rato.

Ese gordo intelectual tenía razón, a veces tengo visiones, o escucho… últimamente estuve escuchando un aleteo como de insecto, me quedo quieto intentando encontrar el rincón de donde viene ese sonido, por ratos lo ignoro, pero nada, en minutos vuelvo a desesperarme, el aleteo me altera, pienso en una cucaracha, las que vuelan, me da nauseas, pienso en un escarabajo, o en una polilla grande, pienso en la cola de una serpiente cascabel, pienso que todo eso está dentro de mi en mi cabeza, sonando desde adentro, voy al lavatorio, le pongo el tampón y sumerjo mi cabeza en el agua. Aquí donde todo se escucha lejano, me siento seguro, pero la necesidad de respirar me lo arrebata, y solo me queda seguir buscando al detestable insecto.

En particular esta noche moví todos los muebles, ingresé al cuarto de Gilary mi hija, miré bajo su cama, la desperté, quise que se levantara para ver por sus sábanas, saqué la ropa de los cajones, moví la cocina, destruí los vasos, recibí varias bofetadas de mi mujer, al final lloramos juntos en un rincón cuando caí rendido…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tormento.....