martes

Escondrijos.



Al tanto de la sirena y el destello azul, esperan al filo de las veredas la llegada del dinero. Los atendían al paso o se subían a los autos que parpadeando las luces frenaban a su altura. Toda gama de edades, desde adolescentes hasta señores al borde de la tercera edad. Pocos iban hacia ellos sin antes escuchar la invitación, “psss, psss, papito ven aquí” simulando sorpresa, se acercan mirando de lado a lado con las manos en los bolsillos, emprenden el susurrante diálogo. Siempre había quien no tenía ni una moneda y buscaba sacar provecho de la cercanía, primero preguntaban el costo, luego saciaban mínimamente la vista y el tacto asumiéndolo algo así como cortesía de la casa, palpan la fracción más cercana de piel desnuda. Ante el éxtasis que les producía quizá por compasión recibían unas caricias en el miembro. En caso que haya dinero pero no el suficiente para el taxi y el hostal, una cuadra antes de la vía expresa existía un rincón estrecho, hundido, sin luz, donde eran atendidos los más osados, apoyándose en una pared rugosa, descascarada, entre el constante hedor a látex y orina.

Tres palabras –Déme una entrada. –Lo demás eran tensos e indiferentes ademanes a través del vidrio, la anciana le entrega el boleto, el señor desaparece. Adentro lo espera un mostrador, un hombre calvo detrás, papas Lays, Doritos, Cheese Tris, al lado en una caja morada, preservativos.
Los evade desviándose a la derecha por un pasadizo angosto de luz moribunda, en sus paredes letras gruesas, coloridas, sin fotografías, “Rape me, schoolgirls on Excursion, Fuck Asian Asshole”.

Empuja la puerta, la pantalla refleja sobre las butacas un rosáceo apagado, eran pocas las sombras humanas, predominaba en vez de los gemidos el zumbar de los viejos parlantes.
Apaga el celular, toma asiento, corre el cierre hacia abajo, exhala. La pálida mujer esta volteada con los ojos vendados y un paño en la boca, el hombre, quien la enviste desde atrás abraza una correa negra en su cuello, la ajusta, tira de ella igual a un jinete. Muestra dolor al principio, pero después lo desmiente al tocarse a sí misma, al jalar en contra para sentir con mayor intensidad la asfixia.

Del bolsillo de su casaca toma un papel algo grueso y un sorbete mediano, lo desdobla con cuidado, en una maniobra ingeniosa forma dos líneas con el polvo cristalino y lo absorbe por ambas fosas. Un espasmo interno, recuesta su cabeza, arruga el papel y deja caer el sorbete. Durante unos segundos la fría comezón se hizo insoportable, minúsculas lagrimas se asomaron, con las manos apretando el rostro esperó que cese. El comienzo de la tráquea yacía seco y adormecido necesitó un trago, volvió a meter la mano en la casaca. Bebió tres sorbos, la singular lucidez que experimentó le ocasionó una sonrisa. Es un callejón largo y sucio, entre cuatro pandilleros fuerzan a una mujer, la tocan por todas partes, le susurran obscenidades. Corrió un poco más el cierre, estiró la trusa, contemplo su erección, sin más sobó de arriba abajo mirando la pantalla ansioso de que comience el violento coito.

-¿Quieres ayuda? –Sintió en la nuca aquella voz andrógina, su mano quedó estática.
-Otras veces no tardan tanto, ven aquí. –El cuerpo de la voz prefirió trepar sobre la butaca que caminar y dar una vuelta a la fila, no se definían los colores sin embargo adivinó que su falda era fucsia, un escote negro con adornos brillantes, cabello largo con rulos, despedía un perfume chillón. Envolvió su sexo entre los dedos, abriendo la boca iba descendiendo hacia él, pero fue interrumpido.
-No, primero hazme una paja. –Le dijo con el pico de la botella rozando sus labios. A contraluz dos siluetas negras se levantaron, iban de la mano en dirección a la salida, no tardaron en pasar cerca de ellos y proyectarles al principio una inquietante pero después cómplice mirada.

La puerta se cerró tras ellos, abrazó su cuerpo aferrando la dureza de su miembro a los glúteos.

-Ay, espérate un ratito.
-No puedo, ¿No la sientes? imagínate como estoy.
-Sí, está grandota, ya la quiero adentro.

En el extremo contrario había muchos cuerpos coloridos en posturas disforzadas. Se desviaron por una entrada a la mitad, espejos agrietados, el eco de sus alientos, caños goteando, se escuchaba fluir el agua de las tuberías. Ingresan a una cabina de inodoro, le entrega el billete, lo guarda en su cartera. Se recuesta en la puerta esperando que actúe por su cuenta. Volteó elevando su vestido, arrodillándose, cerró la tapa y se apoyó. Desabrochó la correa, el jean cayó hasta las rodillas, posó ambas palmas en la superficie blanda, se frotó en ella.

-Quítamelo, ya no aguanto.
-Menos yo. –Resbaló la minúscula trusa, la suya solo la hizo a un lado. Vio su mano estirarse hacia él con un preservativo rojo.
-Cierto, lo había olvidado. –Lo recibió, rompió la frágil y transparente envoltura, se lo puso. Sostuvo la base con firmeza, paseó la cabeza al rededor antes de empujar hacia el centro.
-Junta un poco las piernas. –Le dijo, separó las nalgas y continuó hundiendo.
-¡Au! –Volteó a mirarlo. Los ojos entreabiertos, el labio caído, las manos temblorosas. -¡Ay! –Se apoya en el tanque, lo hace sonar -¡Ah! ¡Ah! ¡Uy! ¡Mmmh!
-¡Sí! –Grita, se deja caer encima, busca sus senos, los aprieta.
– ¡Que delicia! – Vuelve a gritar, surcando el fondo de sus entrañas, queriendo tocar más allá.
- !Ah! Por favor, un poco despacio.
- No me jodas, está rico así. –Respondió con voz jadeante.

La puerta se abrió, unos tacos rojos avanzaron, soltó la cartera atigrada en el lavatorio. Indiferente a los susurros de placer pintaba sus labios frente al espejo, el reflejo mostraba detrás bajo la cabina, dos pares de piernas flexionadas, agitadas, melosas. Revisó su peinado de raya al costado, su busto carente de cirugía disimulado con trozos de algodón, guardó el colorete.
-Clarissa ¿Te apuras? Ahorita voy a entrar con alguien. –Esperó la respuesta unos segundos, al no escuchar más que jadeos y quejidos, salió.

-Ya se llenó hay que aprovechar, ven conmigo. –Le dijo una voz.
-Ahí voy amiga, un cliente me espera afuerita. –Rieron.
-Ni salgas, está picante, hay una patrulla.

En la avenida, el destello azul de la sirena giraba iluminando de forma vertiginosa las pelucas, faldas, pulseras, carteras, vestidos, que en fila bajo amenazas de una macana ingresaban a la furgoneta de la policía. Algunos sacaban la cabeza por su ventana, los transeúntes al ver tal escena torcían su camino, o se situaban en una esquina a mirar y comentar el suceso. Solo las cantinas y discotecas tenían sus letreros encendidos, emanaban residuos de música, risas, gritos, hacia afuera que todo empezaba a estar en silencio. Entre las sombras de un callejón, un muchacho se ocultaba tras la columna mohosa de un edificio, cuando quiso entrar ya habían cerrado la reja y apagado la luz, no le quedo de otra. Al irse la policía, como roedores salían de sus escondrijos las prostitutas y travestis que supieron prevenir. Sonó la cerradura, una señora abrió la reja y salieron dos tipos apresurados.

-¿Ya se largaron no?
-Sí, vieja de mierda.
-¿Que tienes oye chibolo?
-No te costaba nada abrir un momento para que yo pase.
-Tranquilo huevón, estas sano y salvo, además ni que fuera mi obligación.
-Vieja puta. 

Dio la vuelta. Cruzando la pista se volvió un rato y pensó que la fachada engañaba muy bien, a simple vista uno pensaría que dentro solo habitan fantasmas, desechos, ratas y cucarachas, de seguro todo eso hay, sin embargo también como en un palomar muchísimos cuartos reducidos y turbios, madrigueras de fornicación.
 
En la siguiente acera, bajo neones verdirrojos una escalera desciende hacia el interior de una discoteca. Afuera no iba a conseguir nada, ya no era el momento, su segunda opción era aquel sótano, en los baños siempre hay alguien que necesite. No era conveniente mantenerse con todo eso en los bolsillos, sino lo convertía en dinero antes del amanecer no solo se ganaría una paliza, sino que no le volverían a dar más para vender. El vigilante lo conocía, a veces le compraba, por eso le era permitido entrar sin pagar y darse unas cuantas vueltas. Lo saluda con una sonrisa y un gesto de ojos. Cinco pasos después el nubarrón de tabaco lo engulló por completo, saludó a la chica del bar, cruzó el puentecito de madera, al final se encontraba el tumulto de cuerpos sudorosos y extasiados, los láseres parecían atravesarlos.

Hombros, espaldas, brazos, glúteos, chocaban con él mientras avanzaba sin éxito, en ese momento deseó ser como los "grandes" que no necesitaban merodear el lugar, el que quería se acercaba. Él tenía que buscarlos, cuando veía un posible, los miraba fijo, le hacía una seña, el consumidor entendería y apartados harían el intercambio. Otras noches había tenido más suerte, con cierta angustia se alejó de ahí y se metió en el baño.
Un tipo se echaba agua en la cara, después apoyándose en sus palmas miraba el remolino fluir dentro del orificio con aire pensativo, otro que estaba usando el urinario al terminar se acerca a su lado a arreglarse frente al espejo remojando sus manos, acomodando su polo con cuello. Lo mira de lado agachado aún con las gotas escurriéndose en el rostro.

-¿Brother, tendrás para un tiro? –El otro voltea, sonríe, se toca la calva.
-No tío, ya se acabó, pero afuera siempre hay alguien que vende.
-¿Tu conoces? Yo no.
-Pregúntale a los vigilantes, esos son unos pendejos. –Le da unas palmaditas en el hombro, y se retira.
 
Los escuchó mientras fingía orinar, al quedarse solos cierra la bragueta, y dice:

-¿Cuanto quieres?
Levanta el rostro lo mira por el reflejo. -¿Cuanto tienes?
-Bastante. Al toque, ahorita entra alguien.
-Si al otro le pregunte, era porque tenía la esperanza de que me invitara, aunque casi nunca funciona. Es que no tengo dinero.
-Puta madre, entonces por qué preguntas. –Susurró, dio media vuelta.
-Oye. – El muchacho se detiene sin voltear esperando sus palabras.
–¿Cuántos años tienes? –Ignorándolo, vuelve a caminar. –Es que pareces un niño, jajaja. –Voltea enseñándole el dedo del medio. -Que idiota, hasta tu forma de agredir es tan infantil.

Se vuelve otra vez, le menta la madre dando pasos hacia él.
-Insecto, no me alces la voz. –Se levanta, era dos cabezas más alto. Tuvo ganas de irse. – ¿Porque te acercas? ¿Qué te crees? ¿Tener coca en el bolsillo te hace sentir fuerte?
-¿Qué mierda te pasa? –llevo la mano hacia su espalda. –No te tengo miedo.
-Eso dicen todos, antes de que les parta la cara ¿Con cuántos te has peleado niño?
-¡Hijo de puta! –Corre hacia él sacando la navaja del elástico de su pantalón, tenía la intención de clavarlo en su abdomen, o en las costillas, pero su muñeca había caído presa en las huesudas manos, lo mira, al instante siente un sonido retumbante, tuvo la sensación de haberse quedado ciego. Le tuerce el brazo hacia atrás, la navaja cayó en las losetas.

-Mira pues, tenias una sorpresa, lástima que aun te falte mucho por vivir. –Le jala el cabello obligándolo a mirarse en el espejo, vio un hilo de sangre salir desde las entradas. Intentó zafarse pero la palanca lo estremecía de dolor no tenía como moverse. –Esta noche me gane porque tendré tiros gratis. –Le guiña el ojo, él lo miraba asustado, la sangre había penetrado sus cejas. Sin piedad lo tira hacia delante. Cerró los ojos, sintió los primeros fragmentos de vidrio perforando su piel, volvió a hacerlo una y otra vez, los retazos caían al lavatorio, brillantes, puntiagudos. No contento, prefirió repetir muchas veces cuidando de golpear el resto de su cara, no solo la frente como había estado haciendo, se abstrajo tanto que perdió la noción del tiempo, al cabo de unos minutos no emitía ningún quejido, la poca luz que ingresaba a su ojos le ofrecía un clima borroso, nublado, eran muchos los vidrios que se filtraron en su boca. Su cuerpo ya no respondía, ya no era necesario seguir torciéndole el brazo, era un muñeco de trapo. Un joven mareado abrió la puerta, al ver a los dos sujetos, uno despidiendo chorros de sangre de la cabeza, el espejo destrozado, la sonrisa con la que entraba se desvaneció -¡Lárgate mierda! – Obedeció sin vacilar.

Lo soltó, cerró la puerta con seguro, al regresar el cuerpo había terminado de caer. –Con suerte te hallaran antes que mueras, ten fe. –Rebusco sus bolsillos, encontró una llave, trozos de papel higiénico, media cajetilla de Marlboro, unos billetes, todo lo iba tirando, solo se quedo con el conjunto de paquetitos unidos por una liga. Se puso de pie, cogió una tarjeta de crédito de su billetera, y armó una línea. Se miró en el espejo que dividía su imagen en mil partes, enrolló uno de los billetes, aspiró el polvo. –Carajo esta buena. –Armó otra línea, lo hizo por la otra fosa. – ¡Ah! ¡Mierda! –Dijo cerrando los ojos. –Una más, si una más. –Abrió dos paquetitos, unió dos filas, recorrió su nariz en un tramo de ocho centímetros. – ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Mierda, diablos, ¡Ah! –Cogió su frente, veía todo blanco a pesar que sus parpados estaban cerrados. –Valió la pena, si, valió la pena.

8 comentarios:

Hector Sanchez. dijo...

Refleja bastante un mundo al que pocos tienen acceso, un mundo nocturno, lleno de drogas, prostitucion, trasvestismo, y lo poco que vale la dignidad de alguien desesperado por un vicio, se puede llegar a ver con claridad los actos de los seres urbanos con el estilo de vida que surgio de la concentracion y evolucion de las peores cosas que puede llegar a ser un ser humano.... lo distinto que puede ser la vida para muchas personas. muy bueno a pesar que no es mi estilo, creo q las descripciones de los hechos me llevaron al momento, bueno soy muy grafico me imagino todo. Te digo sinceramente sin escrupulo alguno senti lo que acabo de leer.

éter dijo...

Oie qe paja!:. sigue asi!

cada qe leo tus relatos morbosos jaja!.. cambio de personalidad!..
nos leemos
saludos a las sirenas ardientes!

Antonio. dijo...

Es el que más me ha gustado, resulta muy grafico.

éter dijo...

noooo!!.. walking on a dream es de la banda australiana Empire of the Sun qe es muy paja tngo su disco!.. en el video "We are the people" aparece un flaca bien simpatica con rasgos latinos! tiene canciones muy relax(country por ejemplo...) y tmb algo pop(swordfish hotkiss night)!.. ia bueno el video de mi blog es de un wey qe canta muy paja y el maquillaje es parecido al del vocalista de Empire of the sun, io creo qe de cierta forma se lo copio o bueno nuse!.. nos vemos ahitvz!
Sigue escribiendo pendejadas!
jaja

Antonella dijo...

mira que minita de oro me vine a encontrar, JC gracias por el primer comentario, como una virgen lo recordare siempre...saludos

Atenas dijo...

oie q fue de ti ...bueno talvex te artaste de mi , cuidate mucho besos..

Ignea & Josune dijo...

...andamos todos con un frenesi masturbatorio brutal...jajaja

Un beso and saludete.

éter dijo...

oie sabes qe! io tmb como qe medio abandone el blog! pero el tuio es mas paja!.. escribe on!.. vi qe cambiaste de direccion pero!. ptm y las entrads on!...

jaj!
alimentanos!..o a mi!..

Bueno chau!