sábado

2do Domingo.

Era bello, y se sentía orgulloso de tenerlo a su lado respirando con pasividad, sus ojos aún cerrados parecían mirarlo, pasó sus dedos por encima de la mejilla sin palpar, frotando la piel tan solo con su calor, respetando su sueño. Intentando no mover mucho la cama se fue arrimando hasta levantarse de ella, abrió el armario, buscó su bata color gris, se puso las pantuflas y caminó hacia el televisor. Bajo la pantalla estaba su Play Station, regalo de cumpleaños de su amiga Ines, aquel aparato también funcionaba como reproductor de DVD`s, ya que el no era fanático de los video juegos, le serviría para ver películas, pero entonces recordó al adolescente tardío de su hermano y pasó por su cabeza decirle que un día venga a su “depa” a jugar Mortal Kombat, Teken Tag, o Crash Car. Él diría que sí, que bravazo, que chevere, pero todo quedaría ahí, en ningún momento se pondrían de acuerdo el día la hora, y aquel comentario terminaría olvidado entre las horas del día.

Tanto tiempo trabajando, ajeno a los programas, ajeno a las noticias, ajeno a las series, que los domingos frente al televisor le resultaban ridículos, no miraba nada, tan solo se dedicaba a cambiar un canal tras otro, para al final decir, la televisión es una mierda, pasados los acostumbrados 10 minutos se puso de pie y fue a poner agua en el hervidor.
Mientras tanto fue a darse una ducha, pero antes miró una vez más a Favio que ahora había levantado un poco más el brazo, y al reloj de su izquierda que justo cambiaba de número, 9:15 AM.

Colgó la bata en la manija, apreció su desnudez unos segundos delante del espejo, que flaco estoy por dios, arrimó la cortina, el agua tibia lo cubrió, al rato todo el baño se halló repleto de vapor, tan sólo escuchaba el salpicar del agua, sus tarareos de la canción que más le gustaba, y de rato en rato sus pensamientos, pronto le pareció extraño que justo la canción que canturreaba empezase  a sonar y llegar hasta sus oídos, quizá el vecino había encendido su radio, sonrió pensando que era guapo, y que encima tenían los mismo gustos, pero el misterio de la canción, y aquel pensamiento fue develado cuando a modo de un asesino la cortina se abrió y la silueta de Favio apareció entre el vapor tan desnudo como él, indiferente del terrible susto que le causó prosiguió a besarlo, amarlo, poseerlo, susurrándole que esa también era su canción favorita, y él respondía que era un bandido, que lo había vuelto a engañar con eso de hacerse el dormido, Favio ya no decía nada, sólo le mordía la oreja y lo abrazaba con fuerza, apoyándolo en las mojadas losetas.

Emilio salió primero de la ducha con la toalla amarrada en la cintura. El agua ya había hervido, el equipo reproducía otra canción, cogió el control y repitió la misma de hace un rato, como para revivir el intenso clima que compartieron en la ducha mientras se vestía. Cuando Favio salio del baño, Emilio ya estaba sirviendo el desayuno. En una jarra había leche, al lado una lata de Eco, delante una bolsa con diez panes, detrás la mermelada de saúco, la mantequilla, y en cada extremo de la pequeña mesa circular las dos tazas. Platicaron de las cosas que tenían pendientes en el trabajo, en especial Favio, su forma de iniciar una platica era renegando de sus clientes, esos decoradores maricas, muchos no saben ni lo que quieren, ni yo soy tan quisquilloso, uno les muestra genuinas maquetas, colores acorde, al principio aceptan eso, y el otro, pero pasan los días y llaman para decir que se decidieron por aquello, que quisieran una nueva propuesta, y al final no dejan avanzar. Emilio lo escucha vagamente, guarda silencio dejando que se exprese, asiente con la cabeza, abre mucho los ojos cuando algo debería asombrarle, luego comenta algo de lo suyo, uno es arquitecto el otro es administrador, pero ambos a diario ejercen la misma labor, las ventas. Luego de fingir interés en lo que se dicen mutuamente, Favio le pregunta ¿Y a que hora vas a regresar? ; Emilio se queda en silencio un par de segundos, No lo sé, lo más seguro es que a las nueve, no se que tengan planeado en mi casa, perdón en la casa de mis padres, (Aún con cinco meses de independiente a veces se le escapaba decir “mi casa”) Fácil irán a un restaurant, o verán películas, o de repente se están alistando para irse a algún club de Chosica, Pensó unos segundos, luego preguntó -¿Por qué mínimo hoy no vas a visitar a tu mamá? Es su día.

Favio irguió la postura, cambio su expresión a una más dura, nada… sería por las huevas… yo estaré aquí extrañándote, mirando cambiar los números del reloj, escuchando nuestra canción, o mirando la calle por la ventana igual a un prisionero.
Emilio se rió burlonamente, entre alagado y triste, no seas tan dramático, ¿Y si le digo que voy a ir contigo?, le dijo cogiendo el celular, pero sabiendo que él lo detendría. No, no quisiera pasar un día incómodo, prefiero extrañarte y así en la noche te demuestro cuanto me hiciste falta.

Se despidieron con un beso y un te amo, hasta luego. Bajó las escaleras, saludó a los vecinos con quienes se cruzaba, caminó por las veredas llenas de papeles, envolturas de golosinas, cáscaras de frutas, periódicos, e indigentes todavía dormidos bajo algún poste, caminó hasta el museo de arte, donde esperó su micro.
  
Bajó en Guardia Civil, San Borja. Siempre iba a todos lados con su canguro colgando de unos de los hombros, siendo más de las diez recién empezaba a salir el sol, vestía con una casaca de cuero, una camisa, un jean, unos zapatos negros. Abrió uno de sus cierres, y sacó la llave, giró la cerradura, nadie adentro se asombró, sabían que era Emilio mucho antes de verlo, el entraba como si a diario esa fuese su casa, todos se lo consentían era su sello, su firma, la de imponerse, o aparecer bruscamente. La pequeña Gloria miraba el canal 43 sentada en el sofá, pero al verlo abrir la puerta, saltó hacia él gritando, ¡Emilio! ; Él la abrazaba diciendo, hola mi princesa, y le daba unas vueltas. Por el pasadizo se acercaba su padre, levantando una mano como saludo, Hola Iván, buenos días, ¿Qué tal todo?, Dijo Emilio. Él respondía que todo estaba bien, mientras daba media vuelta hacia su cuarto, Emilio caminó detrás, al entrar a la habitación encontró a su madre frente al espejo maquillándose, con una toalla envuelta en la cabeza, la abrazó fuerte, besándola en la mejilla, Felíz día má, Ella lo saludo con cariño, volteando a penas el rostro, mirándolo más por el espejo. En tono serio pero de broma exigió su regalo, los tres rieron, No puede ser, lo único que me han regalado es un juego de ollas, como para que no me canse de cocinar.

¿Así? ¿Quien te regalo un juego de ollas? Preguntó Emilio, Iván pues, Respondió su mamá, los canjeó reuniendo puntos con su tarjeta de crédito, pero no importa, están bien lindas, bien brillantes, luego te las enseño. Emilio preguntó por su hermano, siempre era el último en aparecer, caminó hasta su cuarto, el que antes compartían cuando aún vivía con ellos, lo encontró dibujando en una cartulina blanca lo que parecía ser un insecto pero visto muy de cerca. Movió la cabeza hacia él y sólo dijo, Hola Emilio. Se acercó para ver mejor el dibujo, tras darle un vistazo le sobó la cabeza como se le hace a un niño, o a una mascota, ¿Qué opinas?, le preguntó, Ahí, está en algodón, respondió Emilio, ¿Qué tal la chamba? ¿Estás chambeando supongo? ; Sí ya conseguí una, me va genial, no me aburro tanto como en la anterior ; Bien, bien, sigue así. Le dijo su hermano y se retiró.

Fueron, a 4 Estaciones por un desayuno rico en grasas, pidieron sándwiches de pollo, chancho, hamburguesa y café, Emilio ya había tomado desayuno pero aún así se animó por un pan con pollo, el local estaba repleto, sólo habían un par de chicas atendiendo y no se daban abasto, el pedido demoró bastante, a Nancy (la mamá) no le gustó el sabor de su sándwich, le resultó insípido, antes que llegaran los demás panes, Iván, Diego, y Emilio ya habían terminado los cafés, todos comieron de mala gana y en silencio, arrojando miradas duras a las atolondradas chicas. No eran los únicos, el resto de familias y parejas, también tenían rostros descontentos.

Terminando Iván dijo que ya regresaba, que se iba a la Oficina a recoger unos papeles que olvidó, todos le reclamaron recordándole que es el Día de la Madre, que deberían estar juntos. Iván aseguró que no tardaba, que al regresar irían a “Las Tinajas”. Al irse Nancy comentaba que es un maniático, que sino va a la oficina aunque sea un minuto al día no está tranquilo, Emilio lo conocía muy bien, opinaba lo mismo, Gloria brincaba intentado no pisar las líneas de cada cuadrante en la vereda, Diego estaba ausente, lejos, perdido en sus pensamientos e imaginación, Emilio notó que todos seguían siendo los mismos, conservaban todas sus manías, eso de hablar solo creyendo que nadie lo nota es algo que le sucede a Diego desde que es un niño. Regresando a la casa Gloria se puso a ver tele, Diego se fue a seguir dibujando, Emilio y su madre se sentaron en el sofá prendiendo la televisión, ella le preguntó por su departamento, el que iba a comprar, Ya hemos juntado el inicial con Favio, estamos a la espera de la respuesta del banco, pero ya hemos ido a verlo, está lindo, quisiera que lo veas.

Claro el miércoles puedo darme una vuelta ¿Estarás solo? Preguntó su mamá, Si… Favio trabaja temprano a diferencia mía. Respondió Emilio. Aya está bien, porque Gloria estará de vacaciones la próxima semana, así que iré con ella. Emilio desvió la mirada hacia el suelo, y soltó el irónico comentario, mami Favio no muerde. Su madre rió un poco áspera, volteando los ojos, Si Emilito, lo sé, pero no quisiera que Gloria se confunda, se que me entiendes. Emilio sabía que de continuar esa plática se malograría toda la mañana así que prefirió coger el control y cambiar los canales, su madre no dijo más, se puso de pie y se fue a ver la tele en su cuarto. Al rato se acercó Diego, su dibujo le pareció tonto y lo dejó a medias, se sentó en el lugar donde estaba su madre, pon alguna película, le dijo. Emilio buscó los canales de películas, mientras tanto le comentó lo de su Play Station, No sabía que te gustaban los video juegos, comentó Diego. Me empiezan a gustar, un fin date una vuelta a mi depa para jugar, Diego le preguntó que juegos tenía, Emilio mencionó dos juegos de peleas, y uno de carreras, Que bacán, el domingo puede ser, Respondió Diego. Encontraron una comedia con Brittany Murphy que se veía interesante y se concentraron un buen rato ahí soltando algunas carcajadas, de pronto el celular de Emilio sonó, era un mensaje, Emilio lo sacó y leyó sonriendo, luego lo guardó, desde ahí cada cinco minutos volvía el mismo sonido, la misma sonrisa, los mismos ademanes, hasta que Diego al sonar una vez más el celular le dijo, ¡Oye que jodido es tu marido!  Emilio continuó leyendo luego lo miró, calla cojudo, sabía que con Diego esa clase comentarios no eran ofensa, él era simplemente irónico, estas envidioso, ¿Qué pasó con tu gorda? O esa loca que vino a hacer problemas aquí,  Diego rió exagerado, sabía que se refería a Mariana, y a Camila, a la primera Emilio los vio en la calle, desde ahí no lo dejó de fastidiar por su contextura algo gruesa, y la segunda (y la ultima) Nadie supo nunca cual fue el problema entre los dos, pero ella se aparecía en la casa muy tarde para buscarle pleitos, Tienes pésimo gusto papito, Dijo Emilio.

Iván llegó un cuarto para la una con un maletín donde traía su Lap Top, encontró a Diego y Emilio mirando televisión, cuando se dispuso a conectar la PC para trabajar unos minutos, se acercó Nancy con cara de berrinche, Ya nos vamos en un ratito, déjame enviar un e-mail, Nancy dio media vuelta sin decir ninguna palabra.            

Habían asistido a aquel restaurant un par de semanas antes a excepción de Emilio, el recuerdo que tenían era agradable tanto de la atención como de la comida, el pollo tenía un sabor exquisito y fresco, las papas estabas doradas, no quemadas, ni sobreexpuestas al aceite, la ensalada venía con trozos de jamón, y la chicha morada no tenía el sabor a betarraga, tenían la misma expectativa durante el tramo en el taxi. Las calles estaban vacías, por ende la pista estaba libre, Diego le mostraba a Emilio ejemplos de lo que solía hacer en su nuevo trabajo, letreros luminosos, en alto relieve, paneles de publicidad, impresiones en vinil, cosas que abundan en todos lados, Emilio al igual que con Favio simulaba interés en todo, él pocas veces hablaba de su trabajo, no le veía sentido hacerlo en sus momentos libres.

Pasando por el Templo de los Mormones, Gloria señalo con entusiasmo el ángel dorado tocando su trompeta que está parado en la punta de la cúpula, recordándole a Diego y Emilio que de niños hacían exactamente lo mismo, despertando una adormecida nostalgia al pasado, que se convirtió en ternura hacia Gloria y su mirada brillante, su dedos señalando hacia arriba, y culminando en unas ansias por abrazarla y hacerle cosquillas.

Sucedió lo mismo que en la mañana en 4 Estaciones, por ser día de la Madre, todo el mundo se amontonaba en los restaurantes, Las Tinajas estaban rebalsando de gente, en el segundo piso de suerte encontraron un rincón con una mesa vacía, sin embargo ningún mozo se asomaba a atenderlos, Emilio tomó la iniciativa de ponerse de pie caminar hasta el mostrador y pedir que alguien lo atienda en el segundo piso en la mesa de al fondo, a lo diez minutos se acercó un joven de frente sudorosa, voz apagada, y actitud nerviosa, apuntó el pedido, se fue, y no regresó hasta que esta vez Diego se acercó al mostrador a exigir el pedido, la cara de Nancy empezaba a enrojecerse, sinónimo de que su paciencia empezaba a llegar al borde, Gloria felizmente estaba entretenida en los juegos del celular táctil de Emilio y por el momento no protestaba, pues al igual que su madre cuando algo las inquietaba empezaban los pleitos. Tras el reclamo el mozo al fin llego tan sólo con una canastita de papas y la ensalada, con su voz tartamuda explicó que el pollo tardará un poquito más, nadie le respondió con palabras, fueron cinco miradas frías apuntando a su frente brillante de sudor. Con la voluntad de que esa no sea una tarde amarga, prefirieron reírse un poco de las circunstancias, alrededor sucedía lo mismo, pedidos incompletos, caras largas, mozos agobiados, así que cogieron una papa tras otra, las sumergían apenas en el ají o las demás cremas y a la boca, ni siquiera la jarra de chicha había llegado, y las gaseosas no las vendían en botella sino en vaso, Nancy desconfiaba cuando le servían en vaso, aseguraba que no era Inca kola sino cualquier otra gaseosa amarilla y encima le echaban un poco de agua para hacerla aumentar. Al ver que el mozo iba tardar demasiado le pidió a Diego que la acompañe a la tienda. Salieron de ahí doblaron a la derecha, una zona urbana en algún lugar debía haber alguna bodega, preguntaron a una muchacha que paseaba a su perro, les dijo que una cuadra más allá. La encontraron, pidieron una Inca kola  helada, regresando comentaban sobre eso de que Las Tinajas no es “Corcho Libre” pero les importaba un pepino, sino compraban ellos mismos la bebida, los mozos nunca la traerían. Llegando al segundo piso con la botella en la mano, muchos rostros voltearon a ver a esos dos que estaban rompiendo las reglas, y se escuchaba murmullar, Viste má… viste pá… oye mira… sí se puede comprar, ¡vamos!... La anarquía se despertó, muchos se animaron a salir a comprar su propia gaseosa. El pollo llegó unos minutos después junto a una canastita más de papas que el mozo explicó, eran de obsequio, una vez más nadie le respondió. Al repartirse las presas Nancy vio que estaba demasiado crudo, a los demás no les importaba mucho, el hambre era más poderosa, pero Nancy aún se estuviese muriendo de hambre detalles así le quitaban todo el apetito, sin decir nada a nadie, agarró su plato y fue a hablar con el gerente, Diego y Emilio que la conocían bien, sabían que era capaz de perliarse hasta el punto de que la lleven arrestada, ya mucha gente había ido a comprar su propia gaseosa, mucha gente estaba haciendo reclamos, acercándose al mostrador, el gerente felizmente a pesar de todos los problemas se mantuvo tolerante, Nancy le dejo en las manos el plato  con el pollo sangrante y se fue diciendo, ¡tráguese su porquería! Estaba demasiado roja, volviendo a la mesa les dijo a todos que ya no quería estar ahí, que se iba a la casa, todos se levantaron y caminaron detrás de ella.

Una tarde perdida, solía ser así cada vez que intentaban pasarla en familia, ya sea el día de la madre, cualquier domingo, cualquier fecha cívica, estaban más habituados a su individualidad que cuando se juntaban más que por voluntad propia era por la costumbre, cada una de esas cabezas silenciosas en el taxi preferirían estar en ese instante en cualquier otro lado, Gloria mirando tele, o jugando con sus amiguitas del edificio, Iván en su oficina absorto en sus trabajos pendientes o concentrado en el periódico, Emilio junto a Favio que ese instante debería estar muy solo ya que no se llevaba nada bien con sus padres y nunca los visitaba, Diego deambulando con sus amigos que al igual que el todavía les faltaba pisar tierra y vivían un mundo de ficción, fumando cigarrillos o tomando cerveza en las veredas, así sentirse un poco más adultos de lo que sus DNI`s les mostraban, Nancy conversando con su amiga rebeca, quizá caminando por centros comerciales, o tomando un café en la sala. Siendo casi las cuatro de la tarde en secreto cada uno se predisponía a pasarla bien a su modo, en sus mundos privados, lejos unos del otro, y así, estar tranquilos. Llegando a San Borja y entrando a la casa, Emilio recibió una llamada, se apartó hacia el patio pero sus palabras de todos modos se escucharon, Ola amor, ahí masomenos, unos problemas nomás en el restaurant, ire temprano, ¿Qué haces?... si en un momento ya estoy yendo, compra una pela, ¿Así, van a venir? ¡Que chévere! Tiempo que no las veo a esa bandidas, desde que deje de trabajar en esa clínica…

Diego prendió la computadora, abrió su e-mail, se contactó con su amigo Eduardo, quien le dijo que está a punto de irse al Hippie Sunday con “la gente”, él le responde que en diez minutos está allá, que lo esperen. Iván se echó a leer el periódico, Keiko va adelante en las estadísticas, “Maldita sea” Pensó. Nancy ya más relajada tomaba un poco de yogurt con cereal mientras iba hacia el teléfono, en el pasadizo se cruzó con Gloria quien le pedía con su dulce voz si podía ir a buscar a Xamira, la niña de al frente, se fue brincando al recibir la respuesta positiva. Emilio cogió su canguro, lo puso en su hombro y se despidió de todos diciendo que volvería de este al próximo domingo.

2 comentarios:

Atenas dijo...

Es increible saber como miles de familias pueden vivir asì cada uno por su lado, es como si cada uno fuese un ser individual dentro de su mismo círculo y a mi parecer eso no esta bien, me gusto el escrito.

Ines dijo...

De la vida real.