domingo

El tragaluz.

¡Vacaciones! no las normales, ésta se trataba de una huelga de profesores a nivel nacional. Cada amanecer tenía sabor a domingo, incluso el sol, la ventisca, la bulla, todo parecía funcionar más lento, siendo miércoles los chicos iban una semana y media sin clases. Se juntaban a las diez con sus hojas ralladas o cuadriculadas, doblaban a la mitad, plegaban las esquinas, formaban la punta, las alas, Nico siempre innovando en sus diseños, David y Erick no se lo explicaban pero sabían que había una relación entre el modelo y lo bien que volaban, a veces en espiral, de lado, o sino con la punta hacia abajo pero girando a gran velocidad. Nico era mezquino con sus creaciones, por eso los construía dando la espalda, pero no tenía rodeos en construirle un modelo parecido a sus amigos después de hacerles sufrir un poco en competencias donde siempre ganaba. Los tres papeles planeaban entrecruzándose, desde el séptimo piso donde estában su volar les recordaba gaviotas.
El anciano que barría, como si fuese responsable del centro del tragaluz donde había puros cachivaches les gritaba una serie de carajos, putas, mierdas que viajaban hasta sus oídos, los tres se ocultaban, no de miedo sino para seguir armando sobre las escaleras más avioncitos.

Terminados los papeles se quedaban colgando los brazos en el muro, las miradas en el vacío, el aburrimiento se avecinaba. Extrañaban los días de clase, a sus demás compañeros, los alborotados recreos, los apanados, jalarle el pelo a las chicas, ponerle cave al tímido, competencias de quien mea más lejos en el jardín. Siendo una huelga indefinida mejor se las tenían que arreglar para que los días pasen rápido. Ahora que nadie hablaba era el momento, Erick se pondría a narrar la historia que mejor sabe contar pero como pensando en voz alta, no se dirigía hacia sus amigos sino hacia sí mismo. Recordaba la vez que el tío barbón que vivía al frente bajo la ventana de la señora Julia, una noche llego muy borracho, todos se ganaron con el pleito, siendo la madrugada, los gritos de su mujer penetraban cualquier rincón, el señor se negó a quedarse dormido en su puerta, con todo el trago que tenía dentro no vio tan difícil saltar del balcón hacia su ventana abierta, la distancia era mínima pero un mal paso le costaría una caída libre de veinte metros que culminaría estrellándose sobre maderas quebradas, metales oxidados, vidrios en punta, cemento rugoso. Así fue como murió. Eso del fantasma que ahora murmura por las noches cuando alguien pasa cerca, es invención de Erick, la historia la habían escuchado tantas veces ya no era divertida, en momentos así David tenía la salvación, sus revistas les aseguraban una hora de entretenimiento. Bajaban corriendo al sexto piso, lo esperaban en el pasadizo atentos a la manija, o al sonido de las bisagras, sus caritas antes de lindos gatitos se volvían frías y agudas como de reptiles, juntos volvían a subir de preferencia al octavo piso donde ninguno vivía.

Mujer esbelta en ropa interior semitransparente, muslos separados, manos acariciando el busto, sentada en un sofá de cuero rojo, boca entreabierta, ojos cristalinos de mirada tibia. A parte de las páginas pasando una tras otra, eran sus risitas endiabladas llenando de ecos el pasillo. Cuando le preguntaban a David como las conseguía cambiaba de tema, cada semana se traía algo, sino eran los fascículos gratuitos del Chino, Aja, u otro periódico chicha, era una revista independiente como esta, Cherry costaba algo de quince soles ¿De donde sacas ese dinero David? ¿Y si tu vieja te las encuentra que te hace?; Ni me lo hagas pensar, de seguro me castra.
En el centro de la revista estaban los fascículos en papel periódico, de modo que cada uno tenía lo suyo y compartía con el de al lado. Alguna vieja subiendo las escaleras con sus bolsas de mercado veía a esos niños en el balcón en una ronda de ansiosa lectura, se limitaba a suspirar por dentro pensando que quizá aya esperanza, que la juventud no esta tan cagada, mira nomás esos lectorcitos, son un ejemplo para otros niños que no piensan mas que en ensuciar su ropa o ver tele.

Culminando la tertulia casi siendo la hora del almuerzo, vieron abajo a los muchachos del quinto piso, eran tres, caminaban sobre el desastre con palos en sus manos, buscando algo con atención. No eran amigos de ellos pero habían compartido antes unas sesiones de fútbol, les llevaban un par de años, sus actividades les causaban curiosidad, como la facilidad con que se relacionaban con sus compañeras, o las palomilladas que realizan regresando del colegio, molestando a la gente, tocando timbres, escapándose del cobrador. Volvieron a guardar las revistas para bajar a juntarse con ellos, al llegar se hicieron los distraídos, pero en realidad los imitaban mirando el suelo sin saber que buscaban, Nico no tenía mucha paciencia, simplemente preguntó que hacían, dos de ellos lo ignoraron, el más flaco lo miro preguntándole si sabía que ahí había alacranes, recordó la cola redonda, roja, puntiaguda de la armadura de uno de los Caballeros del Zodiaco, una ráfaga helada le sopló la columna, ¿Que harán con lo alacranes? Preguntó, Fastidiarlos, matarlos, guardaremos unos cuantos en la botella, ¿Nos ayudan? Los tres dijeron que sí, ellos les dieron unos palos para protegerse por si aparecía uno. Al ratito uno de ellos que le decían Oso de repente por los trigueño y gordo, encontró no un alacrán pero sí una araña negra muy grande, dejando que se suba al palo la guiaron hacia el pico de la botella, no tardaron en ubicar bajo un trozo de corteza dos alacranes amarillentos, no tan grandes, llenos de emoción los metieron en otra botella, se arrimaron a una esquina e hicieron un circulo, el flaco destapó ambas botellas, juntó los picos, luego golpeteaban con los dedos para que los arácnidos se muevan, los alacranes estaba inmóviles, pero la araña muy curiosa con lentitud avanzaba hacia la otra botella. Estando los tres juntos la taparon, después de dedicaron a observar que pasaba. Los alacranes rodearon a la araña, eran más grandes que ella, juntos la mataron con muchísimos incones, hasta parecían personas peleando, la araña terminó panza arriba con todas patas encogidas, ahí no terminaba la cosa, luego los alacranes pelearon entre ellos de la misma forma, pero pasaba tanto rato y ninguno moría, el tercero que le llamaban por su apellido “Yataco” los sacó de la botella, entre los tres junto con unos palitos, se dedicaron a descuartizarlos, luego de despedazar sus cuerpos vieron que la cola no moría, ésta se arqueaba como un gusano, el aguijón bien salido, luego se quedaron viendo las dos colas agonizando con violencia, parecía que aún querían pelear.

Las nubes grises se disiparon, el sol cayó de improviso sobre ellos, era medio día, Nico, David y Erick, tenían que regresar, no se despidieron de los otros, comentaron los sucesos mientras subían, fue lo máximo, ya tenían nuevas ideas para cuando estén aburridos, cuantas especies de insectos que torturar había en el tragaluz, las vacaciones iban a ser muy interesantes, se dijeron hasta luego, en la tarde volverían a encontrarse.

3 comentarios:

Radamanthys dijo...

Interesante blog, solo he leído La domestica, volveré dentro de poco.

Ayrton Vargas

Juan Carlos Ramírez Y. dijo...

Eres bienvenido.


JuanCarlos R.Y.

Anónimo dijo...

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