jueves

Después de sudar.


El tul amarillento no ayudaba, a través de él veía su sombra aunque pequeña y difusa transmitía en su totalidad ese carácter de infancia que sensibiliza a cualquier madre. Podía definir que Jared en una mano tenía una pieza de lego, en la otra la pelotita de Coca-Cola esas que por temporadas vienen de regalo, las hacía chocar una con otra, se le caían, las volvía a recoger. Aunque estrujara los parpados, o concentre la mirada en la irrefrenable boca de Paul, le era imposible no pensar en su hijo jugando en la cuna, y verse a sí misma de piernas abiertas dejándose lamer con la trusa arrimada a la izquierda.

Le dice que se detenga un momento, le coge con suavidad la cabeza al ver que no le quería hacer caso. Lo estaba haciendo bien, de no ser por Jared no dudaría en que continuase hasta hacerla terminar, ¿un momento si?, Paul se detiene levantando la cabeza, Melanie termina de quitarse el calzón y se pone de pie cubriéndose con la falda de jean, empieza a caminar de largo tomando la mano de Paul, éste se incorporó y la siguió. En la reducida sala le hace sentar en su sofá, se sitúa encima pero antes de posarse le otorga un prolongado beso de lenguas impacientes, de alientos cálidos, de manos presurosas, en ese lapso Paul había corrido el cierre, bajado el pantalón a la mitad de los muslos, estaba ansioso por sentirla. Después de levantar su falda hasta la columna, estirar el escote a los lados así permitirle a sus senos respirar, descendió con lentitud cubriendo su dureza palpitante de nervios y relieves, luego se desató en una serie de vaivenes acelerados, mordiendo sus labios, presionando sus extremidades, haciendo rechinar los resortes oxidados del mueble.

Era un sudor frío el que brotaba cayendo por las mejías, la espalda, el cuello, en contraste con el calor que sentían, el sol en pleno clímax del día se abría paso por ciertas aperturas de la sabana vieja que había en vez de cortina, Melanie se había negado a quitarla por los vecinos, al frente había otro edificio lleno de gente que tampoco tenían cortinas, muchos de ellos eran tíos vagos y panzones que pasaban horas apoyados en sus ventanas.
Empezaba a disminuir el ritmo de sus caricias, estas se transformaban en leves pellizcos seguidos de un repentino temblor de falanges, entonces supo que ya se iba venir, fue ella quien pensó primero en tirarse al suelo a continuarla, pero fue él quien la empujó con violencia quedando ahora encima, con sus tersas piernas abrazándolo.
Sin embargo duró unos minutos más entre apretujones, volcadas, lamidas, susurros, Termina en mi boca por favor.
A penas fueron conscientes de cuanto se habían movido estando en el suelo, cuando cayeron Melanie podía tocar la pared con el hombro, al rato tenía el cuerpo perpendicular a ella, después en lo que uno parpadea su cabeza estaba próxima a la pata de una silla, gemía tragándose las tres cuartas partes del sonido, sino soportaba abría los ojos y a penas soltaba un quejido de dos letras "¡Ay!".

¡Chata ya estoy! ¡Ya me estoy...! Le susurró Paul. ¡No, salte, apúrate, ven aquí! Chilló Melanie, Paul salió apresurado resbalando en sus fluidos. Hacia ella se asomó una sombra proyectada desde la habitación de al frente, ya que sus ojos de tanto mantenerse cerrados les fatigaba la luz, parpadeó varias veces seguidas elevando la mirada, confirmando lo que ya suponía iba suceder en cualquier momento, vio sus medias, el short rojo arrugado, el polo percudido levantado por el ombligo, los brazos hinchados, el índice en la boca, sus rulos despeinados, ¿Jared? ¡Jared! Vete, vete al cuarto. Como un reflejo flexionó la pierna, la planta pegada al pecho lo empujó hacia atrás, Paul quedó bocarriba transpirando.
Tras ver a Melanie poniéndose de pie, cubriéndose el busto, bajando la falda, peinandose con los dedos, y cargando a Jared, luego desde el cuarto escucharle decir "Pobre te hiciste popo, espera quédate quieto ya vuelvo" escuchar abrirse el caño, sonar unas bolsas, vio sus muslos bañados de su liquido seminal.

-Paul ya puedes irte, se acabó. -Le gritó desde el baño. -Y sabes, ni creas que te volveré a abrir la puerta.
ÉL suspiró fuerte, con fastidio. -Oye, yo vine para ver a Jared, le traje sus cosas, ni las viste están en la mesa.
-Muchas gracias, te pasaste enserio. Pero ya no es necesario, te hubieses preocupado unos meses atrás cuando realmente lo necesitaba.
-Siempre vuelves a lo mismo, creo que te encanta, pues hace unos meses estaba tan arruinado como tú. Por eso no pude. -Estiró el brazo hasta dar con el rollo de papel higiénico sobre los DVD`s.
-Ya no extiendas el tema. -La vio asomarse con el rostro duro de un enojo repentino e intenso, no había rastro de la Melanie de hace tan solo diez minutos. -Desapareciste, te hiciste humo, de pronto vuelves con tu carita bonita y tus buenas intensiones, eso solo tiene un nombre y es cobardía. ¡Ya párate y lárgate!
-¿Por qué te portas así? Íbamos bien todos estos días...
Algo cayó al suelo, pero más pareció haber sido arrojado -¿Pretendes continuar? ¿Hasta cuándo? Idiota ya no tenemos 17, esto no es un juego, creo que ya fue suficiente, cada vez que bienes solo hacemos esto, después te vas y para ti todo es fácil.
-Melanie sé que a estas alturas es absurdo, pero te sigo amando.
Avanzó dos pasos hacia la sala simulando una oscura serenidad. -Es por gusto, yo creí que aun te amaba hasta estos últimos cuatro días, pero me doy cuenta que después de sudar un rato contigo ya no me importas.

Mientras el silencio se esparcía terminó de limpiarse a vista y paciencia de ella, sus ojos lo seguían insultando, él mantenía ese aire de victima aunque manchado de una silente ira.

-Igual voy a venir mañana o pasado. -Dijo acercándose a la puerta.
-Te aseguro que habrá un policía esperándote. -Contesto de inmediato.
-Pensé que mencionarías al ingeniero. Ese que viene a verte dejando a su frígida esposa. El que te mantiene aquí.
Cerrando los ojos y con la piel temblando le gritó. -¡Lárgate!

Al abrir la puerta se vieron por primera vez. Este era trigueño, bajito, con sobrepeso, el peinado hacia atrás, usaba lentes, camisa de rayas verticales, pantalón beige. Paul no contuvo esa aspera sonrisa que le torcía la boca. Lo poco que sabían uno del otro les causaba nauseas. -Hola gordito, tranquilo ya me iba. -Le dijo ante el inmenso signo de interrogación dibujado en su rostro. Se abrió paso empujándolo con el hombro. -José, pasa tenemos que hablar. -Dijo Melanie, que parecía haber perdido la motilidad, se apoyaba con una mano en la pared, su expresión no era de nerviosismo sino de miedo. Él la ignoró, le volteó la cara, caminó tras de Paul. -Oye, ven aquí, ¡Ven aquí mierda! -Los gritos llegaron a sus oídos repotenciados por el eco. Volteó con gran rapidez, José no pudo evitarlo, si se movió fue por el puño de Paul que impactó bajo la mandíbula, donde se unen el cuello y las orejas. Melanie escucho su pesado cuerpo caer, al ir corriendo hacia la puerta vio a Paul dándole incesantes puntapiés en las costillas ¡No! ¡Déjalo, déjalo ya! Eres un imbécil. Paul se detuvo, vio detrás de Melanie los rulos de Jared aproximándose con timidez.

Indiferente bajó las interminables escaleras, girando en cada esquina, llevando la cuenta mental de cada piso. -¡Carajo! -Dijo al sentir clavarse una astilla de la baranda en el dedo anular.
Afuera el sol recién descendía creando numerosas sombras en la avenida. Desde la esquina buscó el Hospital Rebagliati para guiarse donde tomar el bus.

6 comentarios:

Oskar dijo...

No se, me gusto mucho, pero senti que le falta algo.. pero bueno bien jugado broer.

"nos leemos" 8-)

Slds
Oscar bates

Atenas dijo...

interesante, me gusto!!!

M. dijo...

He vuelto a escribir :) Prometo hacerlo más seguido.

Es bueno leernos después de tanto, saludos.

EfeR Soto dijo...

mmm...
cual es el fondo de todo esto.

Atenas dijo...

oie cuando posteas algo , kiero leerte!

Juan dijo...

Buen inicio, creo q me aventuraré a escribir un relato así, a ver q tal sale.