lunes

Un amor torcido.


Dos días antes de terminar con ella, al fin cogió valor, y le dijo todo lo que pensaba.
No era cosa de todos los días que su enamorado le diga sin remordimiento aparente, palabras tan crudas. Sin embargo aceptó que tenía mucho de cierto. No cabía duda que solo se comunicaban bien cuando ambos yacían extasiados sobre una cama, apoyados uno detrás de otro en el lavatorio, metidos en las sombras de un parque a media noche, o en el ascensor, estimulados por el miedo a que alguien apriete el botón y los sorprenda. Nunca fueron amigos, ni se preocuparon en serlo. Habían construido un edificio sobre una base débil, que en cualquier momento dejaría de resistir tanto peso.
Estaba en su cuarto, sus incontenibles lagrimas la obligaron mantenerse encerrada día y noche, odiaba ser tan vulnerable a ellas, cuando estaban apunto de salir nada las detenía, lo mas fastidioso era que elegían momentos estratégicos, como el almuerzo junto a sus padres, o en el teléfono platicando con una amiga.

Tenía un cofre en forma de corazón, desde muy pequeña lo utilizaba para guardar todo lo que poseía un gran valor emocional. Abrió el candado y pasó la tarde leyendo y releyendo las cartas de Miguel. Sus palabras plasmaban con sinceridad el cariño que hasta hace un tiempo parecía compartir con ella.

Durante la lectura los pensamientos más intensos eran los de carácter sexual, quería luchar contra el ritmo de su mente, se sentía rara por no poder pensar en otras situaciones que involucrasen a Miguel, era inevitable que recuerde a cada instante sus manos, sus jadeos, su transpiración, como si eso fuera lo único importante, talvéz lo era.
Le gustaba pensar que todo lo que vivió con él era fruto del amor, sin imaginar que realmente lo era de la libido, pero pocos llegan a aceptar eso sin creerlo antes ridículo, por eso ella había creado rieles para desviar sus verdaderos deseos hacia otro campo sin imaginar que más adelante solo había un abismo.
Ahora anhelaba que ocurriese un milagro, y que él entre por la ventana, le de un beso, la desnude, y realicen juntos todo tipo de perversiones. Pues si esa era la mejor forma que tenían de comunicarse, aún faltaba sacarle el máximo provecho a tal lenguaje.

Cuando llegó su amiga Mayra encontró a una Elizabeth que se esforzaba por no parecer triste, aunque vio sus ojos con secuelas de haber llorado por mucho tiempo, intentó seguirle la corriente. Sin embargo ella no tardó en ser vencida por sus emociones y se recostó en el pecho de su amiga a llorar una vez más.

-Lo extraño demasiado, antes no te lo hubiera dicho, porque pensaba que era estúpido estar así por un hombre, pero ahora solo quiero ser sincera conmigo, y prefiero decir lo que siento.
-Amiga… no te preocupes, tienes todo mi apoyo. –La abrazó.
-Sabía que lo haría otra vez, pero nunca quise pensar en este momento. Sigo sin entender porqué se quiere alejar de mi, yo siento que en el fondo aun me quiere, pensaras que soy una testaruda, pero no se como explicarte, es que él a veces toma decisiones muy apresuradas, !hay es un imbecil!
-Eli me vas hacer llorar a mí también, ya has derramado muchas lágrimas, por favor.
-No puedo cada vez que lo recuerdo tengo que llorar.
Mayra vio el cofre tirado sobre el colchón, y muchos papeles esparcidos en la sabana. Recordó cuando le pidió de rodillas a Elizabeth que le deje leer las cartas, y ella se negaba porque decía que eran muy intimas, pero sabía cuantas ganas tenia de compartir su contenido con alguien de confianza, fue fácil convencerla.
Sus escritos develaban a un hombre perdidamente enamorado y sincero.
-No sé si está bien –Dijo Elizabeth. –Pero me di cuenta que lo que más quisiera ahorita es acostarme con el. –Habían pasado veinte minutos, la compañía de Mayra logro que supere un poco su tristeza, supo utilizar de forma inteligente su buen humor, haciendo que sonría un par de veces.
-¿Por qué tendría que estar mal?
-Él me dijo que solo nos podemos comunicar bien así, porque no nos parecemos en nada, no podemos platicar de algo que a los dos nos guste, no podemos compartir otras cosas, me da miedo pensar que en nuestra relación todo fue solo… sexo. –Se sintió ruborizada ante la última palabra que mencionó, agachó su rostro hacia el suelo.
-Pero ¿Cómo puedes decir eso? Aún así, han compartido miles cosas.
-Creo que para mí era así, yo compartía todo mi ser, pero no se si él hacía lo mismo.
-¡Los hombres son unos egoístas! piensan solo en ellos, se olvidan de lo que una siente, al contrario ni se dan cuenta. Pero eso sí, tarde o temprano se arrepienten. Me dijiste que sentías que aún te quería, si lo dices es por algo, fueron diez meses juntos lo conoces bien. Lo que no se tiene se desea aún más, veras que el regresara. Tu sabes que a mi me paso algo parecido con Ricardo.
-Sí, pero el no regresó contigo, ustedes solo se ven para tirar ¿Eso no te hace sentir vacía?
-La verdad quisiera algo más serio con él. Pero creo que esto es muy común, la lista de parejas que solo se entiende en la cama es bien larga.

Elizabeth agradeció a Dios por tener una amiga que la comprenda tan bien.

-Quisiera llamarlo, se que no me atrevería a decirle nada pero estaría contenta con escucharle decir “aló” y después colgaría.
-Pues Llámale, ¡jah!, los hombres son como la pizza, si los llamas en minutos estarán tocando tu puerta y bien calientes. No se si él será la excepción. –Rieron juntas.
- ¿De donde sacaste eso?
-Creo que de internet.
-¿Oye que hiciste para soportar estar sin Ricardo cuando terminaron? –Mayra sonrió bajando los ojos.
-Aprendí a masturbarme. –Elizabeth soltó una carcajada.
-¿De verdad?
-¿Nunca lo has hecho?
-una vez lo intente, pero lo único que sentí fue extrañeza, como que no lo sentía tan natural, me pareció inútil.
-A veces necesitas un motivo muy fuerte para comprender que puedes generar placer tocándote. De las experiencias vacías y solitarias que he tenido masturbarme fue una de las mejores, confesare que el pene de Ricardo no se compara con mis dos deditos. –Le quiño el ojo, Elizabeth se quedó sorprendida, Mayra fue muy explicita para su gusto.
-¿A que te refieres?
-Son pocos los hombres que tienen el sentido común para tocarte como tanto quisieras.
-¡Con cuantos te has acostado bitch! Yo me sentía muy bien haciéndolo con Miguel, llegaba al orgasmo antes que él, lo hacíamos hasta cuatro veces seguidas…
-Ya cállate que me estas dando ganas de conocerlo…
-¡No seas cojuda! –Le tiró la almohada encima, luego rieron sin parar.
-Es que Miguel fue tu primera vez por eso te aferras tanto a él, pero sin darte cuenta solo estas mirando la cima del Isberg.
-¿Me estas insinuando que debo experimentar con otros chicos?
-Es parte de la vida tonta.
Esos días había sufrido muchas revelaciones, hasta Mayra se encargo de aclararle ciertos asuntos, pero lo último se negó a aceptar, no entraba en su cabeza la idea de estar con otro chico, no se explicaba como iba ser capaz de entregarse y sentir todo lo que sintió cuando estaba con Miguel. Al margen de esto en la universidad era pan de cada día escuchar las innumerables aventuras de sus amigas, sabia que no era como lo pintaban, pues en ocasiones ella fue la elegida para escuchar los problemas sentimentales de algunas compañeras, y ellas terminaban entre lagrimas admitiendo que se sienten solas, y que desearían tanto un “verdadero amor”.

Mayra se retiro a las nueve de la noche, Elizabeth otra vez se encontró sola con sus recuerdos, siempre fue de las personas que cuando están deprimidas solo buscan deprimirse más. Estaba apunto de coger alguna carta y volverla a leer antes de dormir, cuando vio su celular reflejado en el espejo del tocador.
Marcó el número de Miguel, ocultando el suyo, y a la tercera timbrada él contestó.

- ¿Aló? –Ella guardó silencio, tenía los labios petrificados. -¿Alo? –Dijo otra vez.
En teoría escucharle unos segundos iba ser suficiente, pero en aquel momento le era imposible cortar la llamada.
-Hola Miguel. –Él reconoció su voz de inmediato.
-Elizabeth –El tono de su voz era de sorpresa- ¿Cómo estas?- Responder esa pregunta no era conveniente.
-¿Que haces? –Preguntó ella.
-Me iba a bañar.
Ella rió calmada -¿Entonces estas a medio vestir?
-No, ya estoy en la ducha –Giró la manija, Elizabeth escuchó el agua caer. – ¿Tu que haces? –Preguntó Miguel.
Ella estaba boca arriba, su cabeza reposaba en la almohada, sus ojos estaban cerrados, –Estoy arreglando mi cuarto. –fue lo que se le ocurrió.
-¿Tan tarde?
-Sabes como soy de floja a veces.
-Si, claro, lo recuerdo. –Se quedó callado, Elizabeth malinterpretó eso como un ¿Porqué me llamas?-Te llamaba solo para saludarte, nada más, bueno también quería escucharte, ¿No te molesta no?
-No, no te preocupes, me alegro de recibir tu llamada, de verdad.
-¿Y como te fue hoy?
-Fue un día aburrido en el trabajo, ah pero he almorzado algo riquísimo, Lasaña, ¿Has probado? Es la primera vez que la pruebo, me encantó…
-Si la he probado, es mi plato favorito, hace poco aprendí a prepararla. –Se había quitado las sandalias, jugaba rozando uno con otro sus pies.
-¿Ah si? ¿No odiabas la cocina?
-Me está empezando a gustar, en mi carrera llevo un curso de chef, que no está nada mal. –Era la conversación más ordinaria que habían tenido, parecían dos muchachos intentando conocerse, pero Elizabeth disfrutaba cada segundo la voz de Miguel, el estaba siendo amable, no se lo esperaba, pensaba que sería cortante, seco y frío, sin embargo parecía contento de hablar con ella.
-¿Vas a salir a algún lado?
-No, me bañaba solo porque hace mucho calor. Iré a dormir después.
-Yo igual, mis ojos ya se cierran. Me gustó mucho hablar contigo.
-A mi también Eli, que duermas bien. Chau.
-Te amo. –Cortó.
Dejó el celular a su costado, la voz de Miguel aún resonaba en su mente. Ya no quería llorar, tampoco tenía sueño como había dicho, quedó con la sensación de que algo faltaba. Cerró los ojos he intentó recrear el rostro de Miguel, empezando por el lunar que tenía bajo el ojo derecho, un detalle que siempre recordaba. Se estremecía la piel, ilustrando sus labios, los únicos que conocían cada rincón de su cuerpo. La lujuriosa calidez de sus manos al sobar en círculos la espalda, al estimular su sexo, cuando apretaban sus senos, o cuando acariciaban sus mejillas con ternura.

Al fin lo consiguió, esta vez fue muy diferente, la sensación era casi real, muy agradable. Agradeció a Mayra por la idea. Esa noche logró dormir tranquila, teniendo sueños mojados con Miguel.

9 comentarios:

Atenas dijo...

Takvex esta sea la mejor historia q he leido porq refleja un poco como fui en un tiempo, y puedo decir que muchas mujeres sin darnos cuenta transformamos la relacion , es decir una relacionq solo se basa en sexo y no nos queremos dar cuenta, que halla experiementado el placer de un masturbacion eso es bueno, pues nadie puede darse placer que uno mismo, porq asi aprendemos a conocer mejor nuestro cuerpo, eso tambien reitira q solo extraña amiguel por el sexo, no dudo q se vuelvan a cver solo para una cosa.

Jus dijo...

Muy bueno JC--- a veces las personas son así les duele la verdad... felizmente esta historia dejo de sr la mia-- ya que estoy viviendo algo real--- bueno volviendo al escrito ---estuvo chvere-- me gusto mucho el final lo cerraste muy bien--- saludos

Lady Penny dijo...

Gracias por la visita... y aunque contradiga muchos tratados, es la pura y santa verdad... nunca trates de entender una mujer según tratados psicológicos, hehe...
Muy buen blog ¿eh?
Me gusta cómo escribes, te felicito!
Besos rockeros desde Chile!

éter dijo...

jaja!
siempre con las mismas intenciones morbosas de siempre pero con fines mas literarios!!

de donde sacaste eso??-... jaja

Nos leemos bro!:. un gusto leerte!

S . O . C . Y . dijo...

si es algo comun, entonces, no lo llamaria un amor torcido, tal vez un amor torcido sea aquel donde lo que realmente se busca no es el placer sexual, si no, el placer, el verdadero placer, que se experimenta al lograr tener un contacto mas que fisico...esta bien, me gusto, pero me arden los ojos...

Meryl dijo...

y tú.... sigues arrecho : D

Noche Hermosa dijo...

Ta güeno...como siempre :)

Saludos nocturnos JC!

Claudia. dijo...

Gracias por la visita
yo no se si es un ''amor verdadero'' a mi temprana edad es extraño. pero quizas si que lo sea.
El relato, 10 :)
Un placer poder leerte.

Las Lunas de Cleo dijo...

La masturbación nunca ha de ser una alternativa al sexo, con amor o sin él, sino una experiencia que incluso consigue enriquecerlo, pues conociendo tu propio cuerpo y los placeres que te brinda,consigues que la otra persona te lleve al climax, o al menos que se aproxime.

Es una lástima que haya mujeres que no la practiquen, o porque no saben o porque ni se les ha ocurrido.

Fantástica la descripción de las emociones J.C.El que ha amado y ha sido dejado,siempre llora lágrimas de sangre como tu protagonista.

Un placer leerte y un gustazo,:)